Así afectó la pandemia nuestras relaciones personales

Así afecto la pandemia nuestras relaciones personales

Para nadie es un misterio que desde los primeros meses del año 2020 el mundo se convirtió en un lugar donde la ansiedad, la zozobra, y el miedo fueron emociones que vibraban por todo lo alto en cada hogar del planeta sin importar estratos sociales o económicos. Hoy ya estamos más adaptados a ideas que en el pasado era impensables como el uso permanente de mascarillas y el rociarnos con el antibacterial de manera compulsiva para evitar formar parte de los números de la pandemia.

Muchos países siguen bajo el influjo de una crisis epidemiológica que se ha cobrado millones de vidas, otros ya están practicando la nueva normalidad que les permite la llegada de las vacunas y aunque abran nuevamente los comercios, ya se nos permita viajar si estamos vacunados, o ir a trabajar con más tranquilidad, hay sin duda algo que cambió para siempre.

¿Qué se oculta tras la pandemia?

Luego de la vorágine que vivimos, muchos de nosotros nos preguntamos: ¿qué hay de las relaciones humanas? ¿Podremos readaptarnos al contacto social? Y no hablamos de las conversaciones, o de las nuevas amistades que pudiéramos haber hecho entre los vecinos que hasta este momento eran completos extraños, sino de detalles que en el pasado eran tan irrelevantes como llegar a una fiesta y saludar con besos en la mejilla, abrazar a ese amigo que no veías desde hace unos días o conocer gente nueva y ver lo que surge.

Para bien o para mal todos hemos cambiado, pero no es ni la primera ni la última vez que la humanidad afronta una crisis semejante. En 1918, se vivó la fiebre española que cobró más de 100 millones de vidas; según los historiadores el miedo se apoderó de la población mundial provocando aislamiento social y estigmatización de la enfermedad.

Pero como en cada crisis siempre hay algo que se puede rescatar, en ese caso en particular los avances médicos fueron el germen de cambio de esa sociedad. Y así se ha podido ver en todas las crisis, es decir, con la llegada de la peste negra también llegó el desarrollo de la técnica y la ciencia.

Antes del Covid-19, tuvimos algunas alertas sanitarias como la H1N1 o la gripe aviar pero ninguna nos preparó para un aislamiento de la población del 93% según las cifras dadas por las Naciones Unidas. Esto ha generado unas estadísticas bastante interesantes, como el incremento en un 55% del uso de las redes sociales y un 53% del uso de las llamadas por medio de la mensajería instantánea, otro tanto ha sacado sus teléfonos fijos llegando a alcanzar una media de 3 horas y 24 minutos al teléfono por persona.

El ser humano no ha perdido interacción social pero, ¿qué hay del mundo fuera de las pantallas?

Aquí todo se pone más interesante porque según los expertos en la salud psicológica la población está presentando cuadros importantes de rechazo a sus otros congéneres en la vida real. Los niveles de ansiedad ante un posible contagio se disparan de tal manera que grandes porciones de la población limitan sus quehaceres diarios, al menos el 33% de la población mundial está presentando síntomas de ansiedad y de depresión, agravándose en las personas más vulnerables.

Otro de los síntomas más comunes que se han observado mediante estudios es la estigmatización de la enfermedad; esto ha repercutido en un cambio de percepción hacia las otras personas. El detonante más común es el incumplimiento del uso de la mascarilla. Esto lleva a muchos a interpretar de manera negativa al otro logrando desencadenar conflictos y enfrentamientos, así que es lógico que otro factor sea la irritabilidad y la rabia.

El detonante más común para estos sentimientos son aquellas personas que practican actividades de ocio o no cumplen con el aislamiento voluntario, la sobreinformación alarmista como la falta de información fiable también sirve de activador para estas emociones que, a la larga producen cansancio, embotamiento mental y altos niveles de estrés.

Cómo mejorar entonces nuestras relaciones

Los psicólogos y psiquiatras recomiendan orientarnos en tres niveles: emocional, cognitivo y conductual.

  1. El nivel emocional requiere que volvamos a conectar con nuestro lado empático, factor determinante para poder llevar relaciones más saludables, para ello colocarnos en el lugar del otro nos puede ayudar a ver desde otra óptica y entender su comportamiento. También podemos descubrir que muchas veces las luchas de los otros son las mismas que libramos nosotros. Por otra parte, fortalecer el interés por los demás puede ayudarnos a construir un clima afectivo y duradero.
  2. A nivel conductual es importante que desarrollemos una exposición a las sensaciones incómodas (que no vulneren nuestra integridad física o emocional), por pequeños periodos y de forma paulatina. De esta manera estamos diciéndole a nuestro cuerpo que está preparado para afrontar dichas situaciones; esto producirá que tomemos conciencia de la situación y no llegar a activar sensaciones de intensidad superior.
  3. A nivel cognitivo, la recomendación es que estimulemos nuestra atención, memoria, escritura y lectura. Estar mucho tiempo en el interior de nuestro hogar puede reducir nuestros niveles de concentración.
Alexandra Hidalgo
Disfruto del orden que habita en el caos de ahí mi amor por la moda, la fotografía, los libros y mis peleas con lo absurdo.
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