Berlín era uno de los destinos que más llamaba mi atención; los rumores están llenos de tiempos perfectos en los buses; que el cronómetro del metro jamás mentirá y de fiestas como en ningún lugar en el mundo.
No tardarás mucho en darte cuenta que las vibras que Berlín emana no son como la clásica cuidad europea; no es como París que salir a caminar es tomar una foto en cada esquina; no es como Roma donde se siente el calor familiar y sus arquitectura característica de la edad de reinos; Berlín deja muy claro que es una cuidad reconstruida y bastante golpeada por su protagonismo durante la Segunda Guerra Mundial.
Los lugares most go son espacios donde hace años fueron llevados a cabo acciones inhumanas. Llegar al Muro de Berlin es sorprendente por dos cosas: la primera, es porque el famoso Muro que separó la capital de Alemania no es una monstruosa estructura, son escasos tres metros y seis centímetros el alto; y lo segundo, es caer en cuenta que a pesar de su tamaño una dolorosa cantidad de perseguidos nazi perdieron la vida intentando salir del lado comunista.
Esas son las vibras de la mayoría de los monumentos, aún así, de estar allá debes vivir: Check Point Charlie, la Puerta de Brandenburgo, el Monumento a los Judíos, La Isla de Los Museos y el intrigante desconocido paradero el bunker de Hitler.
No dejen de probar una salchicha alemana de calle y si te atreves, pide extra de curry. La comida asiática es lo que abunda en las calles, no te distraigas comiendo italiano porque de esa decisión si te arrepentirás.
En Berlín todo tiene un toque asiático; desde las burgers hasta el pollo frito. Intenta también los noodles y un Nam; con un toque de picante y una copa de vino quedarás más que satisfecho.
Si nunca has subido a un globo aerostático Berlín no es el lugar para hacerlo; espérate a destino como Capadocia donde realmente el atardecer es de ensueño; en Berlín hay más colores grises y es de noche donde aparecen las luces del underground; la música electrónica se enciende y hay fiestas que duran todo el fin de semana. Con un sellito marcado en la mano podrás irte de fiesta el tiempo que el cuerpo aguante; otro advise es que devuelvas cada botella que te tomes; en Berlín hay una política de reciclaje donde por cada siete botellas plásticas o de vidrio que devuelvas al bar o incluso al kiosko deben devolverte tres euros en efectivo.
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