Berlín era uno de los destinos que más llamaba mi atención; los rumores están llenos de tiempos perfectos en los buses; que el cronómetro del metro jamás mentirá y de fiestas como en ningún lugar en el mundo.
Los lugares most go son espacios donde hace años fueron llevados a cabo acciones inhumanas. Llegar al Muro de Berlin es sorprendente por dos cosas: la primera, es porque el famoso Muro que separó la capital de Alemania no es una monstruosa estructura, son escasos tres metros y seis centímetros el alto; y lo segundo, es caer en cuenta que a pesar de su tamaño una dolorosa cantidad de perseguidos nazi perdieron la vida intentando salir del lado comunista.
Esas son las vibras de la mayoría de los monumentos, aún así, de estar allá debes vivir: Check Point Charlie, la Puerta de Brandenburgo, el Monumento a los Judíos, La Isla de Los Museos y el intrigante desconocido paradero el bunker de Hitler.
No dejen de probar una salchicha alemana de calle y si te atreves, pide extra de curry. La comida asiática es lo que abunda en las calles, no te distraigas comiendo italiano porque de esa decisión si te arrepentirás.
En Berlín todo tiene un toque asiático; desde las burgers hasta el pollo frito. Intenta también los noodles y un Nam; con un toque de picante y una copa de vino quedarás más que satisfecho.
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