Se dice que París es la ciudad más bonita del mundo. La torre Eiffel es uno de los monumentos más admirados. Dentro del techo de vidrio del Grand Palais, una reproducción de 38 metros de altura impone su majestuosidad. Alrededor, las sillas de los parques parisinos invitan a pasear tranquilamente y a redescubrir París.
Concebida por Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1889, la torre Eiffel era el edificio más alto construido por el hombre e ilustraba la era industrial hacia la que se dirigía el mundo. Inspiró a muchos artistas, incluyendo al pintor Robert Delaunay que la visualizó con líneas neo-impresionistas y cubistas.
Días atrás, Karl Largerfeld le rindió tributo a París en una decoración que es como un hermoso día de otoño: “Es una visión de una mujer parisina energizada, es todo sobre cortes, formas y siluetas. Aquí la línea es muy delineada y gráfica, es muy moderna,” explica Karl Lagerfeld. Sus parisinas se presentan con sombreros, usando botines o botas hasta el muslo abotonada hasta el infinito.
Esta temporada la chaqueta de tweed se presenta como una larga túnica, o corta y con doble cierre; sus mangas son curvadas o vestidas con guantes sin fin, y bouquets de plumas florecen por aquí y por allá, “en esta colección, las plumas son tratadas como pelaje,” revela el diseñador. La llevan con faldas, vestidos tubulares o jumpsuits de corte ancho.
La silueta es gráfica, apoyada por tweeds, mohair, y lanas grises, negras y blancas, paletas otoñales en azul marino, rojo vino y verde. Adopta volúmenes largos, rectos, abiertos en forma de A, o en completo contraste es redondo sobre abrigos grandes, chaquetas de péplum y abrigos con las cinturas marcadas. Para la noche, charmeuse de color óxido, gaza en azul medianoche, seda de tul negro y satín de doble cara…
Los bordados brillan como la torre Eiffel en una noche de invierno; motivos coloridos con líneas geométricas adornan los bustiers de péplum, vestido largos rectos, y otros con tul plisados o adornados con plumas. Vestidos drapeados y little black dresses adornados con lentejuelas alternan con aquellos de cintura ajustada para exagerar la línea en forma de domo o de A de cortes medianos y largos. Algunos tienen una apertura para revelar bordados metálicos, mientras otros quedan perfectamente terminados, interrumpidos sólo por los dobladillos al revés.
La novia finalmente entra a la escena llevando un majestuoso vestido blanco de satín doble-cara, bañado en plumas que se asemejan a bouquets de camelias.
Información suministrada por Chanel