Diodoreo la Colección Crucero 2019 de Dior

«Cada una de las mujeres presentadas [en este volumen] es una y múltiple, tanto ella como muchas otras, algunas ilustres y otras menos conocidas, pero que se parecen a ella de alguna manera». Nicole Loraux, La Grèce au féminin»

Las “escaramuzas” son mujeres mexicanas tradicionales que han reclamado el derecho de participar en la “charreada”, una práctica ecuestre de realizar varias rutinas desafiantes ante una multitud, tal como lo hacen los jinetes masculinos. Con sus cuerpos esculpidos y vestidas con fuertes trajes que enfatizan su feminidad (faldas largas, bordados, colores brillantes, sombreros grandes y flores), estas mujeres fueron una inspiración para Maria Grazia Chiuri, la Directora Artística de las colecciones para mujeres de Dior. Para la Colección de Cruceros 2019, ella interpretó estos elementos combinando la tradición y la libertad de una manera contemporánea.

Las faldas amplias y extravagantes se usan con chaquetas ajustadas que acentúan la estrechez de la cintura, enfatizada con un cinturón alto. La colección está salpicada de diferentes materiales, como el gran clásico francés que es el toile de Jouy, que ha sido revisado y modernizado, con escenas pintorescas que presentan la introducción de una serie de animales salvajes, incluidos tigres y serpientes.

El encaje, ya sea ligero u opulento, con capas en volante plegado o perfectamente redondeado, se destaca por botas de goma negras que contrastan con los elementos más contemporáneos: las faldas de tul transformadas y las chaquetas Bar poseen un aire asertivo. El tul florece de un rojo poderoso, así como en tonos polvorientos superpuestos. El poder de estas mujeres unidas y solidarias, que evocan a los grupos femeninos dedicados a la transmisión del savoir-faire artesanal en una forma de libertad creativa compartida, llevó a Maria Grazia Chiuri a reinterpretar una serie de materiales y técnicas típicas a través de un prisma contemporáneo. La imagen del Amazonas, una belleza mitológica de la antigüedad, también la empujó a explorar un vestuario cuya dimensión deportiva supera las barreras de género. Como resultado, las chaquetas en algodón japonés se combinan con pantalones de varias formas, faldas culotte o faldas cuyo plisado recuerda el diseño Drags, un vestido de tarde de alta costura diseñado por Christian Dior para la colección primavera-verano de 1948. La apariencia se completa con el icónico bolso Saddle, tal como lo repensó Maria Grazia Chiuri, así como camisas blancas o de rayas para hombres y una delgada corbata negra.

La colección también hace referencia a ‘La casa de los espíritus’, la primera novela de la escritora chilena Isabel Allende, con su retrato de personajes femeninos independientes. Los sombreros de paja de ala ancha, creados por Stephen Jones, se combinan con vestidos blancos, bordados según los métodos tradicionales de corte y con incrustaciones de encaje con un impacto gráfico mediante el uso del negro. Chantilly, un pueblo vinculado a la tradición del encaje, pero también a la gran tradición ecuestre francesa, proporciona un entorno simbólico para esta colección.

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