El dress code un tema de imagen y educación

dress code

Hace algunos meses la compañía de cruceros Carnival Cruise acaparó centimetraje en prensa por prohibir la “ropa ofensiva”. Según expresaba el comunicado de prensa de la empresa, durante cualquiera de sus cruceros no debía usarse nada con las siguientes características: “ropa que pueda contener un mensaje que pueda considerarse ofensivo o contener desnudos, blasfemias, insinuaciones y/o sugerencias sexuales. Además, la ropa y accesorios no deben promover comentarios negativos sobre una etnia o raza, ni expresar odio o violencia en ninguna forma”.

Esta nueva política no había caído nada bien entre su clientela y ha despertado cierta animadversión en el público en general, puesto que lo ven como una suerte de veto a la libertad de expresión. Sin embargo, sí que creo que fue una sabia decisión de la empresa, en especial en estos tiempos de gente “easily ofended” donde se puede malinterpretar cualquier cosa y estando encerrados en un barco es una situación complicada que es mejor evitar en la medida de lo posible.

Es bastante común en reuniones sociales que el host anticipe a sus invitados el dress code, especialmente si son fiestas temáticas; en otras ocasiones o circunstancias el dress code está implícito, como en cenas, funerales, bodas, etc.

Independientemente de haber recibido la educación respectiva del tema, siempre he creído que es un asunto de sentido común, como por ejemplo, no ir mostrando escote o en zapatos abiertos a la Iglesia, por nombrar uno de tantos ejemplos. Sin embargo, no todos entienden aún esto…

El ir vestidos apropiadamente para todo evento y situación está comprobado psicológica y  antropológicamente que puede dar mensajes poderosos, para bien y para mal, y para muestra está el caso muy sonado de Anna Del Vey, también conocida como Anna Sorokin, una chica que adaptándose al dress code propio del estatus de clase alta del que presumía, logró colarse en la high class New Yorkina, amasando una deuda colosal en estafas a propios y extraños. Lo más curioso de su caso, es que en corte, en las primeras audiencias iba ataviada de ese estilo del que gustaba presumir y no era el suyo precisamente, y por consejo de sus abogados tuvo que cambiar radicalmente al dress code que se estila en estos casos: ropa modesta y austera con estilismo adecuado a esta vestimenta. La severidad del juez que atendiera su caso se vio suavizada una vez se empezó a ver la nueva Anna en corte. Su fashion statement estuvo a punto de ser un fashion crime sin duda alguna.

El respetar estar vestidos acorde al lugar, más allá de seguir reglas o no, habla de nuestro respeto y educación por la situación, las personas que vamos a ver o al lugar donde vamos a estar, y nada tiene que ver con nuestra talla, estatus socio-económico o edad.

¿Eres de los seguidores del dress code o de quienes deciden romperlos?

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Jennifer Barreto-Leyva
1st. Latina + size model, Beauty Queen & Size advocate worldwide | TV/radio host | Editor in Chief of @BellezaXL |Celebrity blogger in Huffington Post
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