Édgar Ramírez: dio un salto al vacío

Por estos días se presenta en nuestra cartelera cinematográfica Mano de Piedra, del director venezolano Jonathan Jakubowicz. Se trata de una película inspirada en la vida del panameño Roberto Durán, el más grande boxeador latinoamericano de todos los tiempos, protagonizada por el venezolano Edgar Ramírez y Robert De Niro.

Edgar Ramírez es una estrella internacional, tuve la oportunidad de entrevistarlo como editora de la revista CARAS, para un número aniversario, hizo una excepción a pesar de que estaba en plenos ensayos de esa película y requería mucha  concentración. Es de los que se aísla en  su oficio para sostener el enigma necesario de crear un personaje, le gusta “mantener el genio en la botella”.  Comparto con los lectores de TendencyBook declaraciones que por limitaciones de espacio no salieron publicadas en aquella oportunidad, pero son oportunas para entender a este fascinante personaje que quiso ser diplomático antes que actor y, hoy por hoy, es digno embajador de los venezolanos ante el mundo.

Fascinante personaje que quiso ser diplomático antes que actor y, hoy por hoy, es digno embajador de los venezolanos ante el mundo.

Edgar  descubrió con  Mano de Piedra una nueva pasión y un  talento para el boxeo que desconocía, su entrenador en Panamá que también lo fue de cinco campeones mundiales le recomendó que se metiera a boxeador si no le funcionaba la actuación, porque se desempeña  como un verdadero  púgil en el ring,  buscando aperturas en el cuerpo. Es un papel que le exigió un gran esfuerzo y mucha disciplina, trotaba cuatro millas para luego entrenar tres horas diarias en un ring de boxeo: “Fue una de las  experiencias de humildad y de compasión más intensas que he vivido, porque lo último que se respira en un gimnasio de boxeo es violencia y agresividad. Hay un respeto, hay una ausencia de juicio, todos se ayudan, todos buscan lo mismo, todo el mundo llega sin saber boxear y aprende. Me ha parecido maravilloso,  me ha conmovido”.

Es así con todos los roles que le toca representar,cree mucho en el riesgo, en el sentido de la oportunidad y la disciplina en el trabajo para estar listo cuando el momento se presente. Durante su formación con la directora Elia Schneider aprendió que el actor está al servicio del personaje y no al revés: “Es curioso, cuando la gente dice que los actores son arrogantes,  esos son estereotipos que se manejan,  yo francamente considero que la actuación es uno de los mayores actos de humildad, porque el nivel de renuncia, de abandono que haces de ti mismo para entregarlo a la confección de un personaje, al entregar tu cuerpo y todo tu sistema, ponerlo al servicio de todas las emociones, las obsesiones, los miedos de otra persona, es definitivamente un acto de humildad”.

“Fue una de las  experiencias de humildad y de compasión más intensas que he vivido, porque lo último que se respira en un gimnasio de boxeo es violencia y agresividad.»

Edgar se entrega al personaje como hizo en Carlos,  la miniserie sobre el terrorista venezolano Illich Ramírez “Carlos”, también conocido como “El Chacal”, por esa actuación  ganó el codiciado premio César de la Academia Francesa, allí tuvo que engordar 17 kilos: “fue horrible, porque funcionamos por psicología inversa, lo que te toca hacer obligado no es divertido. Atapuzarse de comida es tan desagradable como privarte de ella. El patrón psicológico es exactamente igual, había momentos que solo quería comer una ensalada con atún y tenía que comerme un plato de pasta en la noche. No fue agradable, pero necesario”.

¿Y el desnudo con el sobrepeso en la cinta no te hizo sentir incómodo?

«El tema del desnudo era parte de la historia y era muy importante sobre todo para mostrar la  degradación, el tema del cuerpo y la gordura de Carlos en el cine, independientemente del Illich que está preso, tenía una significación simbólica porque hablaba de la degradación no solo física sino ideológica del personaje. Entonces el cuerpo era como una metáfora, de cómo él se iba degradando en el tiempo y era importante hacerlo.  Pasar por la experiencia de engordarte y de alguna manera  ir destruyendo el cuerpo, fue muy duro.»

«El patrón psicológico es exactamente igual, había momentos que solo quería comer una ensalada con atún y tenía que comerme un plato de pasta en la noche. No fue agradable, pero necesario”.

¿No te tentó conocer a Carlos, que es tan gocho como tú?

«Si  lo intenté, pero no pude. Trate por todos los medios de llegar hasta él con su consentimiento pero no fue posible. Quería respetar su humanidad, no quería visitarlo como si se tratara un animal de  zoológico, sin que él quisiera, pero al final esa confirmación no llego, empezó el momento de filmar la película y tuve que tomar mis propias decisiones creativas.»

La vida de Edgar Ramírez es intensa y apasionante, tiene  la oportunidad de trabajar en diferentes cinematografías alrededor del mundo, en una película panameña, en otra venezolana, después en una francesa, hoy en  Estados Unidos. Eso tiene que ver con toda su búsqueda personal de explorar la naturaleza humana: “Como actor quizás he encontrado la forma más poética de contener esa exploración. Hablamos de humanismo. A eso es a lo que me dedico. Me siento tan privilegiado de poder viajar por el mundo, conocer tanta gente interesante, tener conversaciones tan extraordinarias y tratar de entender el mundo en el que vivo a través del arte”.

«Quería respetar su humanidad, no quería visitarlo como si se tratara un animal de  zoológico.»

Y entre esa gente interesante  “el rey de la moda”,  Karl Lagerferd, director creativo de la casa Chanel, que también es un apasionado de la fotografía  lo entrevistó para V Magazine, una edición  dedicada a los cien años de la masculinidad: “imagínate, Karl ya me ha fotografiado dos veces, para el  libro de celebración de la clásica chaqueta negra de Chanel y para la revista en un tema sobre el estilismo, tenía que ver con el cambio del siglo XIX al XX. Fue muy interesante. Además los cuellos del siglo XIX eran removibles y ya no los hacen, se lo confeccionan a Karl en París para su uso personal y él me los colocó para las fotos. Yo no soy un experto en moda,  aun cuando me gusta, entra dentro de mis intereses estéticos, pero Karl  es un hombre muy culto, es un gran creador, una de las tantas cosas que él hace es moda, es una de las personas más cultas que he conocido, es un gran cronista. Ha sido de los encuentros más interesantes y más importantes  que he tenido.»

Edgar nunca ha tenido los premios en mente, ni se plantea ganar un Óscar, aunque estuvo muy cerca por su actuación en Carlos: No quiero sonar demagógico, pero ésta es una carrera tan llena de incertidumbres, que tener la presión de un premio es contraproducente para tu salud mental y emocional. Yo trabajo como un monje, concentrado en lo que hago,  independientemente de los resultados, porque eso no lo puedo controlar, te crea un estrés muy grande.  Un premio es un indicador de que algo bueno estás haciendo, pero trabajar  en función de un resultado tan lleno de matices como un Oscar me parece una pérdida de energía. No fui el niño que creció en el teatro, ni estudió actuación,  esa decisión  fue un salto al vacío.  Convertirme en actor fue una apuesta muy grande y lo aposté todo”.

«Yo no soy un experto en moda,  aun cuando me gusta, entra dentro de mis intereses estéticos, pero Karl  es un hombre muy culto, es un gran creador, una de las tantas cosas que él hace es moda, es una de las personas más cultas que he conocido, es un gran cronista.

La fama  no ha cambiado para nada a Edgar, sin embargo, ahora su vida requiere de mayor logística… ya no puede ir un domigo al cine en el Sambil porque resulta muy complicado, pero tiene otras ventajas, como no tener que hacer reservaciones en los restaurantes de muchas ciudades en el mundo, no esperar nunca por una mesa, la gente lo consiente y lo trata bien: “Vivir de lo que me gusta ya es un éxito, poder compartirlo con la gente que quiero y conmover a las personas… si lo logro, siento que ya es un éxito. Muy pocas personas pueden vivir y entregarse por completo a lo que les apasiona. Eso lo agradezco todos los días”.

¿Y cómo te defines ?…

«Work in progress… (como una obra en construcción).»

Por: Marianella Salazar 

Marianella Salazar
Periodista venezolana. Productora Independiente. Locutora. Columnista del diario El Nacional.
TendencyBook