El Formato de las Películas Musicales de Antes: Roadshow (y II)

Roadshow

En la parte anterior de este especial estuvimos hablando sobre el origen del musical roadshow, qué es, su auge, su descenso y su regreso de la mano de «Mary Poppins«, «My Fair Lady» y «The Sound of Music«. En esta parte final contaremos sobre la caída del formato, los filmes que vinieron después y el estado actual del cine comercial. Empecemos con los fracasos del musical roadshow.

El primero de estos fracasos vino por parte de Disney con “The Happiest Millionaire”, el primer film estrenado luego de la muerte de Walt, pero fue tan decepcionante en términos de taquilla que hizo que el estudio no siguiera haciendo musicales roadshow. Lo importante fue que el presupuesto no fue alto y no comprometió las finanzas de la empresa. Otros estudios de cine se estrellaron contra la realidad.

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«Camelot», el intento de Warner Bros. por repetir el éxito de «My Fair Lady»

Warner Bros. quiso repetir el éxito de “My Fair Lady” al estrenar “Camelot”, un musical de principios de los 60 que había sido favorito de Jacqueline Kennedy, pero que tuvo costos exorbitantes al tratar de ser lo más exactos posible en lo histórico, sin contar con retrasos en la producción debidos al hecho de grabar en locación en Inglaterra, amén que el protagonista Richard Harris era imposible de trabajar al punto de estar constantemente ebrio a lo largo de la filmación, sumado a que el coprotagonista, el italiano Franco Nero no hablaba nada de inglés, todo ello sucediendo mientras el estudio estaba siendo vendido a la empresa Seven Arts, costando el film $15 millones, y aumentando el precio de las entradas en los cines de $2 a $6, con lo cual la gente no fue a verlo. Además, el musical en sí no tenía valores artísticos a lo “Mary Poppins” o una base de fans como en el caso de “The Sound of Music”, y para el año de estreno (1967) este film se veía anticuado en contraste con otros como “Bonnie and Clyde”, “Who’s Afraid of Virginia Woolf” o “Help!”, más adecuados a los tiempos de entonces. Pero los estudios de cine veían estas producciones como nuevas e impredecibles y querían continuar con lo que hasta ahora consideraban “seguro” en términos de taquilla.

Rex Harrison en el protagónico de «Dr. Doolittle», uno de los mayores fracasos del formato roadshow

¿Y qué más seguro que un film protagonizado por Rex Harrison a quien todos adoraron en “My Fair Lady”, aparte que a la gente le gustó “Mary Poppins”? Sencillo, 20th. Century-Fox decidió copiar también un musical para toda la familia basado en el libro infantil de comienzos del siglo XX, “Dr. Dolittle”, y al mismo tiempo aprovechar de lanzar una línea de juguetes y productos relacionados con el film, desde mezclas para preparar pudin hasta juegos de mesa e incluso, bikinis, para un gasto no visto hasta los momentos en mercadería y publicidad del orden de $ 200 millones. Casi desde el comienzo empezaron los problemas, primero con Harrison quien era imposible de trabajar al punto que renunció y con ello llamaron a Christopher Plummer para el protagónico, hasta que Harrison decide volver y había que pagarle a Plummer el breve tiempo que estuvo en la producción, sin contar con que Harrison no quería como coprotagonista a Sammy Davis Jr., sino a un “actor de verdad” (sic), aparte de lidiar con cientos de animales, donde hubo un gasto en seguros veterinarios y cuarentenas de más de $ 2 millones del presupuesto, la mayor parte en incidentes relacionados con las jirafas. Eventualmente el costo total fue de $18 millones, tres veces más del gasto original, y generando pérdidas al recaudar apenas $ 9 millones, siendo atacado por crítica y público a partes iguales. Pero aun 20th. Century-Fox estaba por dar la estocada final al roadshow con otro musical.

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Barbra Streisand en «Hello Dolly!», el film que acabó con el formato roadshow

En papel, “Hello Dolly!” tenía lo necesario para ser llevado al cine: estaba basado en una comedia musical romántica de Broadway que había ganado un récord de 10 premios Tony en 1964, y también tenía a Barbra Streisand en el protagónico quien estaba de moda por haber protagonizado el año anterior el film “Funny Girl” con el que ganó un Oscar. Pero desde el principio esto fue un elemento errado, ya que el personaje de Dolly Levi tiene una edad de casi 50 años y Barbra para ese entonces tenía apenas 25, sin contar con el hecho que no se había elegido a la protagonista original, la actriz Carol Channing, con lo cual se formó una rivalidad entre ambas que fue hasta más interesante que el film a la larga. Inicialmente el presupuesto fue de $10 millones, 1 de ellos solo para Streisand; sumado a esto estaba una cláusula firmada entre el estudio y el productor de la obra, David Merrick, que establecía que la versión para cine no podía estrenarse en 5 años contando el año de estreno, pero para 1969 el musical en Broadway seguía en cartelera y generando ganancias. Al final, el estudio rompió el contrato y le pagó al productor $2 millones, garantizando además reembolsarle la taquilla que pudiese perder al momento de estrenarse la película. No hubo necesidad de este reembolso.

Louis Armstrong y Barbra Streisand en «Hello Dolly!»

Hello Dolly!” tuvo una recaudación pobre, poca audiencia y críticas terribles. De acuerdo con el criterio del cronista Matthew Kennedy: “Cuando Dolly! terminó su producción, 17 de los 25 filmes principales de los estudios eran roadshows. En respuesta, la industria reservó un cuello de botella de producciones gigantes. Un récord de 12 de estos estaban programados para estrenarse en los últimos 4 meses de 1968… Los de Mercadeo tuvieron un gran dilema en captar la atención de la gente ante el exceso, tratando de convencerse que la experiencia del roadshow aun valía el tiempo, costo y esfuerzo. Con un roadshow estrenándose prácticamente cada semana, ¿cómo podían mercadear algo como especial cuando ya no era tan especial?” Este hecho marcó el final de cierto tipo de musical: el del formato roadshow.

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Liza Minelli como Sally Bowles en el musical «Cabaret» de John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse

Los musicales que se estrenaron después tenían otra forma de mercadearse. La adaptación hecha por Bob Fosse de “Cabaret” con Liza Minelli tenía valores artísticos más cercanos con la contracultura de entonces, y alejados de los musicales de antes. Citando otra vez a Matthew Kennedy: “Fosse hizo un musical para la gente que odiaba los musicales”. Si bien “Violinista en el Tejado” era un roadshow, no tenía grandes estrellas o un presupuesto elevado y por el contrario fue un gran éxito. Al final de la década de los 70, musicales como “Grease” tenían algún vínculo con el pasado, mientras que otros en clave disco music como “Can’t Stop the Music” o “Xanadu” cimentaron aun más el desprecio de las audiencias por los musicales, demostrando con ello el esfuerzo de Hollywood en tratar que el cine sea visto como un elemento cultural relevante cuando tiene como competencia a otras formas de entretenimiento que no ameritan el acto de salir de las casas.

El primer blockbuster de la historia del cine: «Tiburón» de Steven Spielberg

El final del musical roadshow dio paso a la era de los blockbusters (películas que rebasan la marca de los $100 millones en su primer mes de exhibición, o en menos tiempo), empezando en 1975 con “Tiburón” de Steven Spielberg, “Rocky” de John G. Avildsen, las sagas de “Star Wars” de George Lucas e “Indiana Jones”, de nuevo por Spielberg y Lucas, hasta llegar a trucos como el cine 3D por breve tiempo en la década de los 80 y su regreso en el siglo XXI, el formato IMAX, los filmes con efectos especiales que hasta no hace mucho rivalizaban en atención de la audiencia con la televisión, experimentos fallidos como los 48 cuadros por segundo de la trilogía de “The Hobbit”, hasta llegar –antes del Covid-19- al 3D y 4DX, y a los filmes de superhéroes como el mencionado “Avengers EndGame” o “Zack Snyder’s Justice Laegue” en streaming.

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Uno de los muchos trucos para atraer personas a las salas de cine: 4DX

En conclusión, el auge y caída del musical roadshow (que los estudios de Hollywood vieron como una apuesta segura en su momento de gloria) así como el mantener tendencias que nunca cambien, no sólo nos dice que en el cine –como en todo- hay cosas que no se pueden predecir, sino también de los intentos consuetudinarios de invertir grandes sumas de dinero en trucos que en algunos espectadores generan antipatía, sino también en géneros cinematográficos que hace tiempo tuvieron su impacto, pero que por el exceso de producciones terminan agotándose y pereciendo, tal como sucedió con los filmes épicos, con el cine mudo, con el musical roadshow. No obstante, con la monopolización actual de los estudios de cine y la compra de unos por parte de otros para crear conglomerados de entretenimiento, es poco probable que suceda lo que en décadas previas, que un fracaso fílmico pueda llevar a la bancarrota de un estudio de cine; a fin de cuentas, el negocio en Hollywood es más insular y hay muchas más vías de ingreso monetario. Pero cabe preguntarse si los estudios están respondiendo ante una demanda, o si por el contrario están forzando una tendencia o un género a estar en vida vegetativa cuando en el mundo real ya el público hace tiempo que lo superó y, en el peor de los casos, ya se cansó.

Solo esperemos que al final de la pandemia podamos volver a soñar viendo un film, en una pantalla grande, en la oscuridad de una sala de cine.

Frank Black
Ingeniero de Sistemas. Social Media Manager. Director e Instructor en Marketing Digital. Twittero. Tolkeniano. Beatle fan. Apple fan. Hedonista. Buscador de tendencias.
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