Todos tenemos un punto flaco que nos hace desear cambiarlo, algunos lo llevan con aceptación y otros cosechan sentimientos de frustración y desasosiego. La cirugía estética se presenta como la oportunidad para mejorar esos aspectos, retrasar el paso del tiempo y ganar puntos en la escala de autoestima ¿pero de verdad mejora la visión que tenemos de nosotros mismos?
Hace semanas se hicieron virales las declaraciones del cambio físico que sufrió la top model Linda Evangelista debido a una supuesta mala praxis tras someterse a una cirugía estética, lo que colocó al mundo en punto de reflexión de qué tan necesario es pasar por el bisturí en busca de un modelo de perfección subjetivo.
Conozcamos los efectos positivos
Un estudio realizado por la Universitaet-Bochum en Alemania y la Universidad en Basilea en Suiza investigaron los efectos psicológicos de las cirugías estéticas en 550 pacientes.
Dichos estudios revelaron que los pacientes se mostraron más conformes con su vida luego de practicarse una cirugía estética, el estudio utilizó una instrucción psicológica llamada «Escala de logro de objetivo», con la finalidad de examinar las metas que los pacientes desean alcanzar. La mayoría de los pacientes no tenían expectativas poco realistas sobre las mismas, es decir no albergaban esperanzas de vivir un cambio radical en su vida, esto solo lo reportó el 12% de las personas en estudio.
Este estudio también concluyó que los encuestados lograron muchas de las metas que tenían debido al aumento en la confianza en sí mismos tras la cirugía, también se sintieron que son más sanos, menos ansiosos y han desarrollado una mejor autoestima y autoimagen. Y en una revelación interesante, la mayoría de los pacientes no sólo están satisfechos con el rasgo o zona intervenida, sino que encuentran su apariencia general y su cuerpo más atractivos.
Equilibremos la balanza
Como todo en la vida, hay otra versión: muchas personas tras quitarse las vendas sienten un profundo desasosiego y experimentan episodios de depresión por no verse «hermosas», solo diferentes. Así que un sector de la población que se practica cirugías puede experimentar efectos psicológicos negativos en la etapa de recuperación como aislamiento, depresión, ira y dificultades de adaptación. Esto se debe a que las heridas quirúrgicas, la inflamación y los moretones tienen que disminuir, resultando en un resultado menos deseable y esperado. Sin embargo, esto es temporal hasta que el cuerpo se recompone y se ven los resultados que se buscan.
Pero lo más grave viene con una enfermedad llamada trastorno dismórfico corporal o TDC. Se trata de una enfermedad mental y trastorno de ansiedad en el que un individuo está altamente preocupado y afectado con la imagen corporal y un defecto percibido de su apariencia física.
Esta patología los lleva a practicarse innumerables cirugías que ponen en riesgo su vida, además de una deformación física importante.