Felicidad en tiempo de redes sociales

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El presente siglo nos ha sorprendido con un auge impresionante de redes sociales. Estas herramientas han llegado para hacer de este un mundo mucho más comunicado y por lo tanto interconectado. Las redes han llegado para quedarse y son muchas las implicaciones que tienen sobre nuestra vida, una de ellas la forma en que percibimos la felicidad.

Hay varios elementos a considerar dentro de lo que puede ser el impacto de las redes sociales sobre nuestra percepción de la felicidad. Para esto hay que primero analizar ciertos factores. Primero, y necesario, es analizar lo que las redes sociales sociales significan. Mucho más allá de vagamente compartir nuestros contenidos, las redes son lo que nosotros decidamos que sean. Es decir, somos nosotros los que decidimos la imagen que proyectamos y reforzamos ante los demás en las redes. Es simplemente eso, la creación y reforzamiento de una imagen ante quienes permanentemente nos miran.

Parte importante de lo que significa la existencia de las redes sociales, es la interacción. Las personas al ver nuestro contenido pueden interactuar colocando un «me gusta» o comentar. Esto tiene un efecto interesante en nosotros, teniendo en consideración que la interacción de nuestra audiencia es percibida, por nosotros, como simple atención. Esta atención origina procesos en nuestro cuerpo como la liberación de neurotransmisores, dopamina y serotonina, altamente relacionados con nuestra sensación de felicidad. La atención que genera toda esta reacción en nuestro cuerpo es importante tenerla muy bien definida, porque puede provocar una deformación en nuestra conducta sobre las fuentes que utilizamos para hacernos sentir bien, felices. No necesariamente quien tiene más likes y seguidores es más feliz, aunque a veces nuestro cerebro pretenda engañarnos con la idea contraria.

Otro aspecto importante a considerar es el alcance dentro de nuestro propio proceso de la plenitud, la felicidad, con respecto a la interacción que nuestras audiencias tienen con nosotros en las redes sociales. El poder de interacción que tienen quienes interactúan en nuestras redes es tan grande, que pueden inmiscuirse en el poder que nosotros mismos tenemos sobre nuestra felicidad. Si bien la masa no tiene ninguna intención directa de hacer infeliz a nadie, podría arrebatarnos, de manera negligente, nuestro poder inherente en la decisión de ser felices. Esa es una responsabilidad que todos debemos asumir ante nosotros mismos.

La aparición de las redes sociales trajo consigo un nuevo término con el que nos hemos ido familiarizando cada vez más, la gratificación instantánea. Este término se utiliza para describir una tendencia que está permanentemente en la búsqueda del placer a corto plazo. Este hecho es sumamente peligroso porque nos conduce a evadir nuestro propio contexto, para refugiarnos en el placer inmediato que nos entregan, por los motivos antes mencionados, los comentarios y likes de quienes nos ven a través de las redes. Ese cortoplacismo es sumamente peligroso, porque actúa como agente nocivo que perturba la capacidad que tenemos para generar visión de futuro.

La dinámica de las redes sociales es un hecho muy amplio e interesante. Lo más importante es estar claros sobre el mecanismo de sombra que utiliza para proyectar nuestra imagen. Es decir, es altamente manejable y puede que no esté acorde a la realidad, es simplemente un mensaje controlado que se está enviando. Teniendo en consideración la base aparente y maleable de las redes sociales, no podemos dejarnos utilizar emocionalmente por la herramienta. Hay que traspasar el cortoplacismo de placer al que nos somete en algunas oportunidades, para poder estar en control total de lo que las redes significan.

La vida está compuesta por muchos elementos, no todos agradables para nosotros. Lo cierto es que venimos a este mundo para experimentarla lo más despiertos posible, y no a huir de ella. Las redes sociales brindan infinitas formas de comunicación, pero no podemos confundirnos al creer que nuestra vida, y la de los demás, se encuentra a través de una pantalla. Todo lo contrario, fuera de la pantalla hay más vida de la que nosotros mismos podríamos creer.

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