Érase una vez dos almas que estaban destinadas a encontrarse y formar un vínculo que traspasaría los límites del tiempo, que dejarían huella en la memoria de la moda y que muchos confundirían con algo más por la complicidad y compenetración que sentían el uno por el otro. Él, un modisto francés. Ella, una actriz belga. Esta es la historia de Hubert de Givenchy y Audrey Hepburn.
En 1953 una Audrey de 24 años de edad, quien gracias a su papel protagónico en la película de William Wyler: Vacaciones en Roma, se convertía en una estrella en ascenso. Este fue el primer papel importante de la actriz y que logró poner a Hollywood de rodillas, consiguiendo el reconocimiento a Mejor Actriz en los Oscars, en los Golden Globe y en los BAFTA de ese año.
Tras el gran éxito ya tenía un lugar asegurado en Sabrina de Billy Wilder y para esta película se necesitaba un modisto que tuviera el conocimiento de la alta moda francesa, para las escenas en las que el personaje de Hepburn llegaba a París. Lo curioso es que para estas alturas, la actriz estaba enamorada del trabajo del joven diseñador, al punto que tras el éxito de Vacaciones en Roma, se compró una capa suya. Su admiración lejana pasaría a convertirse en una sólida amistad cuando la directora de vestuario Edith Head la envía al estudio de Givenchy en la 8 de la Rue Alfred de Vigny.
Para este entonces el modisto está al tanto del rodaje en el que su ropa podría ser exhibida por la “señorita Hepburn”, pero para Givenchy es el nombre de Katherine el que desfila por su mente ya que para los franceses el nombre de Audrey es un misterio. ¿La razón? El film aún no había llegado a la capital de la moda. Se cuenta que para esta visita, la actriz eligió un pantalón capri, camisa y bailarinas además de una diadema de lazo, al más puro estilo francés.
Givenchy se niega indeciso a la solicitud de la pequeña Audrey a realizar un vestuario especial para el rodaje de Sabrina, ya que su colección de invierno estaba por ver la luz y era imposible poner el taller en marcha solo para el film. Pero tras la insistencia de la actriz se decide a que utilice parte de la colección que él estaba haciendo para la próxima temporada.
Es así como 1955 tiene el honor de ver al dueto en acción, esto le valió un Oscar de vestuario a Edith Head quien se encargó del vestuario en su etapa americana, pero al recibir este galardón la vestuarista en ningún momento agradeció el apoyo del diseñador. Este lo dejó pasar, pero Audrey no, por lo que por contrato exigió que su amigo Givenchy fuese el que se encargara de su vestuario en sus siguientes películas.
Fueron 8 películas en total en las que Hubert se encargó del vestuario de Hepburn, entre los más destacados están Funny Face, Desayuno con diamantes y Charada. Allá a donde fuera la actriz iba el modisto de su mano, no solo se encargó de lo que luciría en los films, sino que fue el encargado de vestirla en sus dos bodas y es que una vez Audrey afirmó: “Solo en sus prendas me siento yo misma. Es mucho más que un coutourier, es un creador de personalidad”.
Givenchy se instala en su nuevo estudio en la Avenida George V en 1957 abriendo un departamento de perfumes en el que el director creativo seria su hermano Jean-Claude, así que juntos crearon la primera fragancia de la maison que sería para el uso exclusivo de su gran amiga Audrey, al poco tiempo en una cena el modisto le pide permiso para comercializarla recibiendo esto como respuesta: “Mais je te l’interdit!”(¡Te lo prohíbo!) Dándole así nombre a la fragancia y convirtiéndose en la primera actriz de la historia en ser la imagen de un perfume.
Aún cuando Givenchy estuvo recorriendo la tierra sin su Audrey, la amistad de estos se mantuvo en la memoria del modisto quien no perdía oportunidad para mencionarla y rendirle homenaje. Hoy deben estar haciendo del cielo un lugar más elegante y sofisticado lleno de talento.