La opulencia de un explorador por Mayte Navarro Serrano

Cuando se tiene algo muy especial, se busca celebrarlo y para ello se seleccionan a los mejores para compartir ese objeto o momento, por eso, cuando el Seven Seas Explorer, considerado el barco más lujoso del momento, se hizo a la mar se cumplió con el protocolo de rigor, una gala para el bautizo y la selección de una madrina acorde a su elegancia. El acto tuvo lugar en el glamoroso puerto de Mónaco  y lo amadrinó la princesa Charlene, por eso no resulta extraño que en una de las paredes del barco se vea un retrato de la esposa de Alberto de Mónaco cuyo rostro emerge de la superficie marina cual sirena.

La noche de esa celebración Andrea Bocelli ofreció un concierto y Charlene, amante de los deportes acuáticos, manifestó su complacencia de estar allí pues Norweing Cruises Line Holding, la empresa dueña del barco, mantiene vínculos con la fundación que ella preside y que trabaja por la seguridad acuática, ya que se han establecido en todos los barcos de Regent Seven Seas Cruises programas que crean conciencia sobre los posibles accidentes que puedan presentarse en el ambiente acuático. Frank del Río, presidente del holding aprovechó para destacar las tareas humanitarias que lleva a cabo Su Alteza Serenísima.

Rodeado de este halo de sofisticación comenzó la historia del Seven Seas Explorer, donde se han cuidado hasta los detalles más pequeños, pues es allí, en esas cosas que para algunos son insignificantes donde se encuentra la diferencia. Desde Mónaco navegó a Venecia y de allí atravesó el Atlántico para realizar su primer recorrido. La fabricación  de este barco se tomó diez años y nada se dejó al descuido.

La decoración, amenidades, cubertería,  lencería y excursiones tienen el sello de lo exclusivo. Al abordar el barco el primer encuentro está marcado por la llegada a uno de sus puentes presidido por una inmensa lámpara de cristal y dos escaleras concebidas bajo una inspiración del Arte Deco tardío. Las orquídeas surgen elegantes y colorean los espacios comunes, mientras que en los comedores se disfruta de una cuidada gastronomía y los alérgicos a las multitudes acá no tendrán problema pues viajan solo 750 huéspedes.

Una de las diferencias notables es que todas las suites poseen balcón y en cuanto a las amenidades éstas llevan las etiquetas Hermes y L´Occitane. La exclusividad también está en la lencería, realizada por las mismas manos artesanas que crean las del  Vaticano. Al llegar al camarote, que en nada recuerdan a los angostos y oscuros de antaño, una botella de champaña da la bienvenida al viajero, quien después de ese brindis inicial puede dedicarse a sus pasiones particulares. Para mi resultó satisfactorio saber que contaba con conexión a Internet las 24 horas del día y es que los fanáticos de la tecnología no sólo la tenemos en la habitación, sino que se encuentra en el Spa, en los restaurantes, gracias a un WiFi que nunca pierde su conexión.

Uno de los sitios del Seven Seas Explorer que más me gustó fue la biblioteca porque uno se siente como un miembro de alguna familia real. Con un estilo eminentemente británico, esta área ofrece la tranquilidad necesaria para zambullirse en la lectura.

Un té o una copa de champaña puede ser el silencioso acompañante en una tarde de navegación.

En cuanto a las excursiones, están las que incluyen visitas a los mercados más emblemáticos donde el barco toca puerto, acompañados con uno de los chef que termina la compra  con un condumio de más de una estrella.

Otro de los mitos que rompe este barco es el vinculado al todo incluido, que hasta hace poco estaba relacionado a lo popular.  La naviera cambió ese concepto y lo lleva al campo de la exclusividad, con un solo fin, lograr la mayor comodidad para el viajero, sentir que el lujo es algo cotidiano porque se va encontrando a cada paso del barco que costó unos 450 millones de dólares y en cuyos pasillos se ubican obras de Picasso, la comida se sirve en vajilla Versace o Bernardaud , la cristalería es Riedel, el caviar está a la disposición, al igual que la champaña y los buenos vinos, sin olvidar el servicio, lo que ha llevado a más de uno a prolongar su estadía en el barco. Ejemplo de ello es el de una dama que decidió  alargar sus vacaciones en el Seven Seas Explorer por más de dos semanas.

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El Seven Seas Explorer es considerado el barco más lujoso del momento

Adiós a los camarotes

Cuando uno tiene la oportunidad de hurgar en el barco se da cuenta que los camarotes no existen allí, han sido sustituidos por lujosas suites, donde no sólo llama la atención el mármol de Carrara de los baños sino la amplitud de las camas que hasta su altura está calculada, pensando en la comodidad de los adultos de mayor edad. Un mayordomo le ayuda a deshacer  las maletas y los afortunados en viajar en las suites Explorer o en la Master, esta última tan espaciosa que habita en ella un piano de cola, tienen a su disposición el caviar que deseen, un mayordomo las 24 horas y pueden reunir a sus amigos para un coctel. Bottega Veneta es la etiqueta de los productos del baño. Y la suite Regent, que suma a todo esto un baño de vapor  particular y un chofer para los itinerarios en tierra. Más exclusividad, imposible. Por esta y otras razones la revista Forbes incluyó a este crucero en sus páginas.

Diversión y sabores

La gastronomía y la diversión son otras dos banderas de esta nave. Sus nueve restaurantes traen a escena platos legendarios y modernas propuestas que satisfacen cualquier capricho de los golosos. Allí está el Pacific Rim, con su carta panasiática, claro homenaje a los platos esenciales del Lejano Oriente. Una atmósfera  donde lo arquitectónico atrapa la mirada de los más detallistas. En la entrada se encuentra los molinillos de oración, para significar que allí la experiencia sensorial roza lo espiritual. Quienes aman a París frecuentan  el restaurante Chartreuse pues su estilo y cocina emulan a  un restaurante chic  parisino elegante. El Prime 7 personifica el lujo, subrayado por su ingenioso diseño donde sobresale el vidrio y el granito. Lo más in: tomarse un aperitivo en su barra. En el Veranda no sólo se sirve el desayuno, allí también se encuentran, durante el resto del día, unas  crocantes pizzas, ensaladas y frutas y por la noche se transforma en Sette Mari cuyo menú recoge la riqueza del Mediterráneo italiano. El Compass Rose, restaurante insignia, resulta inolvidable gracias a su techo de cristal azul que emula al mar. La carta de vinos y licores está a la altura de cada plato. Imposible dejar de lado el servicio. Los mesoneros son discretos y eficientes. Gracias a ellos la copa nunca estará vacía y cumplen con los tiempos exactos entre cada condumio. En la cubierta 5  se encuentra El Café, que como su nombre lo indica es el lugar donde tomarse la aromática infusión que preparan expertos baristas. Allí me encontré  periódicos y revistas de todas partes del mundo. El restaurante más informal está junto a la piscina. Es como una vitrina gastronómica, se consigue un poco de todos los restaurantes.

Pero los viajeros no sólo se llevan en su recuerdo los sabores también están las recetas y técnicas que se aprenden en las clases que se imparten en un área donde la tecnología  se pone al servicio de la cocina y se puede contemplar el mar mientras se aprende. El programa varía según los lugares por  donde se esté navegando.

A divertirse

El abanico de actividades lo lleva a uno a la piscina en la cubierta, de allí al spa o al gimnasio de última generación, para seguir a la peluquería y estar listo para retar la suerte en el casino o disfrutar del show en El Constellation Theater con sus mesas iluminadas por lámparas de murano y para concluir Meridian Lounge, allí uno llega relajadamente para disfrutar de un trago mientras escucha música en vivo.

El Seven Seas Explorer navegará por el Caribe y el Atlántico hasta marzo de 2017 cuando salga desde Miami rumbo a Venecia para iniciar su ruta mediterránea. En el verano subirá al norte de Europa y en otoño se dirigirá nuevamente al sur para otro recorrido que incluye Francia, Italia, España y Portugal. Este palacio flotante regresará al Caribe a finales de noviembre desde las  Azores.

Buen viaje

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Mayte Navarro
Periodista, amante de la moda, los animales, el cine, los libro y de todo aquello que produzca placer. Lo efímero es un ejercicio
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