Méteme Goles

Confieso que  durante este mes de la Copa del Mundo no soy capaz de mantener la objetividad, disfruto viendo las transmisiones de ese gran espectáculo de masas, gozo del juego por el juego independientemente del color de la camisa.

Se trata de un acontecimiento omnipresente y a pesar de que el fútbol no es prioritario en nuestra vida, es difícil luchar contra una promoción tan desmedida. Aunque uno se escape a algún lugar recóndito del planeta, allí estará persiguiéndonos siempre para doblegarnos ante él.

La Copa del Mundo sustituye a los grandes fetiches de otros tiempos, es la nueva religión de la humanidad que llena el vacío de las fiestas sagradas. Los finales del mundial son grandes acontecimientos, el mundo se paraliza, la emoción se extiende como algo extraordinario, es un fuerte tópico de conversación que hace olvidar -al menos postergar- la política doméstica, logrando que toda nuestra atención se dirija hacia la geopolítica del balompié con el mismo ardor que nos incita la geopolítica del punto G. Y es que a pesar de que la cancha está saturada de reglas, hay una innegable carga erótica, yo al menos, soy incapaz de mirar desapasionadamente esos cuerpos extraordinarios.

Desde la lógica femenina, me parece que en vez de taparlos tanto podrían perfectamente descubrirlos, en vez de vestir esos uniformes -con pantalones hasta la rodilla y camisas que cubren demasiado los hermosos torsos de estupendos abdominales-, que solo dejan ver  unas rodillas, que vistas de cerca en televisores 3D, son tan espantosas como las ruedas de un tractor a campo traviesa.

Sin miedo de ser amonestada con tarjeta roja o amarilla, propongo que se edite un álbum de barajitas con los desnudos de los futbolistas para deleitarnos con sus anatomías y mordernos los labios de expectación, buscando goles, goles, goles como dice la canción “Méteme Goles”, compuesta por la cantante española Martirio, donde expone  una visión femenina, muy divertida y erótica, sobre el futbol; así que al ritmo de  “Méteme goles” aguardamos por los equipos saliendo del túnel de los grandiosos  estadios devenidos en pasarelas masculinas, esperando que suene el pito y ¡por fin! ruede el balón entre las extremidades varoniles de los participantes en el Rusia 2018.

Por: Marianella Salazar

Marianella Salazar
Periodista venezolana. Productora Independiente. Locutora. Columnista del diario El Nacional.
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