A propósito del Día Internacional de la Mujer que celebramos en marzo, todo el mundo se siente con derecho a ponderar sobre el hecho de ser mujer, y hasta a los políticos les da por hacer proselitismo con el tema, resultando una cursilería insoportable.
En Venezuela, donde todo vale, también es un día patriótico de frases inflamadas, y en vez de hacer ofrendas en la tumba de Doña Concepción -la madre de Bolívar, se hace en el Panteón Nacional ante el Padre de la Patria. De libertarnos la negra Hipólita o Luisa Cáceres de Arismendi en vez de un Padre tendríamos una Madre de la Patria ¡no lo quiero imaginar! Además, se exaltan las cualidades de la gran cantidad de damas revolucionarias que están en diferentes despachos y poderes; reciben agasajos con serenatas a capela o acompañadas de arpa, cuatro y maracas, hay explosiones de amor público y las mujeres que estamos en la otra acera política no recibimos ningunas flores.
Años atrás, durante un aquelarre feminista en el Teatro Teresa Carreño, por el Día de la Mujer, el para entonces “Comandante-presidente” que bastante nos hizo reír, se refirió a “los Picapiedras” para explicar el concepto cavernícola que la oligarquía tiene de la mujer, de cómo el hombre prehistórico la arrastraba por los cabellos y de cómo disfrutaba ella de ser tirada por los pelos. Aunque, que yo sepa, a Wilma Pebbles Slaghoople Flintstone, mejor conocida como Vilma Picapiedra nunca le pasó eso en ningún episodio. ¡No lo permitiría!, ¡ni el pobre Pedro Picapiedra se atrevería ante aquella cuaima! Cualquiera podía caer en trance con tan solo oír aquellas disquisiciones hilarantes que aludían a una tira cómica para explicar el concepto prehistórico que supuestamente maneja la oligarquía venezolana, que nos considera objetos sexuales e integrantes del sexo débil.
Ese tema de la violencia sexual es otro de los blancos de reflexión en el Día Internacional de la Mujer. Al comienzo de este siglo XXI, la marca Triumph, anunció una ropa interior femenina anti-violación, con un micro chip con alarmas incorporado que encienden luces de situación, hecha en tricot de acero, con elasticidad retenida y resistente a las armas blancas, forrada en lycra y algodón. Parecía que se lanzó la panty anti agresión para evitar que las mujeres fueran asaltadas sexualmente, pero, la verdad es que nadie se enteró si la prenda tuvo alguna aceptación o fue distribuida gratuitamente -como era lógico suponer-, para proteger a las potenciales víctimas en países con alto índice de violación sexual. Lo que si sabemos, es que Triumph, al que nadie puede confundir con Trump, aparece con tremenda raya en el Libro negro de las marcas multinacionales – editorial Deuticke, escrito por dos periodistas austriacos, Werner y Weiss- entre las 50 empresas multinacionales que atentan contra valores universales. El famoso fabricante de sostenes y pantys es acusado de haber cooperado con el régimen militar de Myanmar -antigua Birmania- y apoyar violaciones a los derechos humanos. En cuanto a la celebración, alguien decidió que nosotras, ¡las pobrecitas mujeres!, merecíamos un día especial en el calendario de la ONU.
No sería mejor, que ¿en vez de un Día Internacional de la Mujer hubiera un Día del Ser Humano?, en el que se condenen todas las violaciones a nuestras libertades y a nuestra dignidad.