Para muchos Steve Jobs es un ícono, su vida y carrera ha sido objeto del más minucioso escrutinio no solo por ser a la cara de Apple, una de las empresas más exitosas del mundo sino por su forma de creer en sí mismo y lograr todo aquello que se proponía, parecía que solo pensaba y ya la idea se materializaba.
Pero aparte de todas las excentricidades que caracterizaban a esta leyenda como ir descalzo y dar largas caminatas, hay una que todavía sigue llamando la atención del mundo, y es ¿por qué siempre parecía utilizar la misma ropa todo el tiempo? Característica que a día de hoy no sabemos si inculcó al creador de Facebook con el ejemplo o es un rasgo que comparten entre las grandes mentes de la tecnología.
El atuendo de Steve se caracterizaba por un suéter negro cuello alto, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte blancas. Una combinación híper cómoda que ha sido aclamada por diseñadores como Ralph Rucci, el midas de la Costa Oeste tras su muerte hizo que en días posteriores la demanda de estos clásicos suéteres incrementara considerablemente.
El por qué lo revela Walter Isaacson en la biografía autorizada por el mismo Jobs y en ella se lee lo siguiente:
«En un viaje a Japón a principios de los años 80, Jobs preguntó al presidente de Sony, Akio Morita, por qué todo el mundo vestía uniforme en su compañía. Él le contó que, después de la guerra, nadie tenía ropa, y empresas como Sony habían provisto a sus trabajadores de una prenda que vestir a diario. Con el paso de los años, esos uniformes se habían convertido en auténticas firmas de estilo, especialmente en compañías como Sony, y se habían convertido en una forma de tender lazos entre los trabajadores y la empresa. «Decidí que yo quería ese tipo de lazos para Apple», recordaba Jobs.
Pero las piezas que Sony ofrecía no eran simples baratijas que tuvieron suerte, la empresa contrató al diseñador Issey Miyake para crear sus uniformes, que consistían en chaquetas de nylon con mangas que se podían desabrochar para convertirlas en chalecos.
Así que con esto en mente Jobs llamó a Miyake y le pidió diseñar un chaleco para Apple. «Volví con algunos ejemplos y le dijo a todo el mundo que sería estupendo que se pusieran los chalecos. Oh, tío, salí abucheado del escenario. Todo el mundo odiaba la idea», recordaba Jobs.
Tras esta rotunda negativa Steve Jobs no le dio mayor importancia, siguió cultivando una amistad con el diseñador con una idea clara en mente: Tener su propio uniforme y crear su sello personal, además contaba con el plus que el minimalismo suele dar, y es la ausencia de la preocupación así que ya no tenía que ocuparse de qué ponerse a diario.
«Así que pedí a Issey que me hiciera unos cuantos de esos polos de cuello alto suyos que a mí me gustaban, y me hizo como un centenar de ellos» […]»Tengo suficientes para el resto de mi vida» le decía a Walter en medio de uno de sus encuentros.