Sally Storch es la dama de la luz cálida. En su obra la luz parisina es parte del legado que le dejó su familia de artistas cuyo hogar fue París a principios del siglo XX, y que han sido una influencia orgánica en sus cuadros al ser reflejados en sus colores y formas.
Cuando era niña creció rodeada del arte de dos mujeres, sus tías. Bertha Rihani vivió y pintó en París en los años 20, junto a Henri Matisse y Kees Van Dongen. Stephanie Stockton, su otra tía, estudió en The Art Students League en Nueva York y fue aprendiz de John Steuart Curry en la década de 1930.
Esta pintora americana muestra escenas cotidianas de la vida en entornos luminosos y tranquilos, sea de día o de noche sus cuadros tienen una paleta cálida produciendo al espectador una sensación de tranquilidad y permanencia en la escena del cuadro. De esta manera ofrece una visión pura y atemporal de situaciones cotidianas sin mayor pretensión.
Sus escenas luminosas y tranquilas nos transportan a un espacio atemporal, romántico y humilde en el que las figuras femeninas siempre son las protagonistas. Esta predilección tal vez se deba a que la artista honra a sus tías quienes fueron una fuente de inspiración para la artista en su niñez y quienes le inculcaron su amor por el arte.
En sus cuadros podemos ver escenas en cafeterías, calles, el metro o una habitación en las que acciones tan mundanas como la lectura, tomar una fotografía o caminar simplemente se vuelven el centro de la narración. Sus trazos son limpios, la luz de sus pinturas se convierten en las protagonistas a la vez que las sombras profundas.
Lo maravilloso de Sally es que es capaz de integrarnos en sus lienzos y detener el tiempo, por momentos somos las chicas tranquilas de sus cuadros envolviéndonos en una atmosfera cálida de misterio.
¡Esperamos disfrutes su obra como nosotros!