Sacrificar: el acto de dejar ir para recibir

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Los espacios en este universo están muy bien definidos, por tanto la materia no puede crearse ni destruirse, sino transformarse. Los sacrificios que asumimos, en ocasiones tan tremendamente dolorosos, son oportunidades que nos da la existencia para mantenernos actualizados en el contexto. Es decir, mantenernos al día. Si no renunciamos a nada, no entregamos nada, entonces sería extremadamente difícil que algo llegara hasta nosotros. Asumir el sacrificio de manera consciente es aspirar a recibir, entregando siempre primero. Tenemos que aprender a sacrificar para poder recibir.

Algo quieres, algo te cuesta. Así dice un principio de economía que se llama coste de oportunidad. Este es un concepto muy versátil porque se puede aplicar a la vida misma. Para todo siempre hay que renunciar a algo, aún cuando no sepamos aquello a lo que estamos renunciando, esto es el sacrificio. Hay varios niveles que podemos soportar dentro de las cosas que sacrificamos, dependiendo de qué tan apegados estemos a aquello. Cabe acotar que este es un proceso que ocurre sin distinción de ningún tipo. Uno tan complejo que así mismo lo observó Sigmund Freud, quien dijo, «no hay nada más doloroso para el hombre que renunciar a un placer que ha conocido».

¿Es nuestro sacrificio más importante que el de los demás?

Pensar que nuestro sufrimiento vale más que el de los demás es un error monumental, porque nos lleva a pensar que la consecuencia de nuestra renuncia tiene un impacto más significativo. Ciertamente es más significativo en cuestión de la proximidad que se tiene con respecto a la experiencia, pero todos los niveles de sacrificios son importantes porque a todos, en algún punto, nos duele. Para esto hay que practicar la compasión como una virtud importante en nuestras vidas. Esta nos lleva al hecho de acercarnos afectivamente al otro y poder tener más en claro el alcance de su experiencia, sus sacrificios. Pensar en el otro es algo tan importante para los negocios, la estabilidad familiar, todo, que no podemos convertir nuestra existencia en la prisión de más valor que exista. Tener al otro en consideración es tan importante, que una de las enseñanzas de Victor Frankl en su libro «El hombre en busca de sentido», es buscar hacer algo siempre por otras personas. Lo que sea. Por un familiar, un vecino, un amigo. Aún en las situaciones más extremas, podremos mantenernos mentalmente sanos si estamos en la capacidad de servir a otro.

Todos los seres humanos están en plena experimentación de su propia existencia, unos con más recursos que otros. Todo está cambiando siempre. Dejamos ir algunas cosas, para recibir otras y así sucesivamente. Por lo tanto, aferrarse sin motivos, impidiendo el transcurso habitual de cambio en la vida, es también otro error muy costoso. Hay que superar las ataduras que tenemos, comprendiendo que mientras más abiertos y dispuestos estemos al cambio, muchísimo mejor podremos digerir nuevos contextos y realidades que nos permitan tomar mejores decisiones. Por supuesto, estar abierto siempre al cambio es algo muy difícil porque cedemos parte del control que nos gusta sentir en pro de nuestra propia estabilidad emocional, pero, observándolo con más detenimiento, en un mundo tan intercontectado, donde cada cosa depende de 3 o 4 más, el concepto de control se ha convertido en algo muy amplio. Fíjese usted que hasta los conceptos vienen evolucionando y es imperativo renunciar a los anteriormente aprendidos para dar paso a lo nuevo.

Si se tiene una óptica donde me aferro por miedo, donde la protección de mi zona de confort es lo primordial, por supuesto que el concepto de sacrificio nos hará sentirnos aterrorizados. Pero si por el contrario entendemos el sacrificar como el dejar ir, para luego poder recibir esa materia entregada en algo que se ha transformado, pues también nos estaremos, constantemente, transformando nosotros. Honoré de Balzac supo capturar el poder de la visión de sacrificio y cambio, y nos regala ese aprendizaje en su visión: «Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.”

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