Vacaciones fuera de este mundo: el turismo espacial

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En la obra maestra de Stanley Kubrick de 1968, “2001: Odisea del Espacio”, luego de mostrar un salto en el tiempo desde los monos humanoides hasta la visión que se creía que iba a ser el año 1999, aparece en la pantalla una imagen de la Tierra y naves espaciales que van de un lado a otro. Una de estas es de la inexistente línea aérea PanAm con una silueta que recuerda al retirado avión supersónico Concorde, y la misma termina llegando a una estación espacial en forma de doble rueda que orbita alrededor de la Tierra. En el interior de la misma el aspecto es como cualquier aeropuerto, con pasillos y logotipos de cadenas hoteleras como Hilton y Howard Johnson, así como símbolos de líneas aéreas –o deberíamos decir espaciales- como la rusa Aeroflot y la ya mencionada PanAm.

Escena de «2001: Odisea del Espacio«, en el interior de la Estación Espacial V

Esta visión de cómo iba a ser el futuro es lo que hemos deseado, pero la realidad y la gravedad nos ha atado al planeta. Sin embargo hay soñadores, visionarios, que están haciendo de todo para que este sueño se haga realidad y sea accesible a todos, sentando las bases de lo que sería una industria multimillonaria: la del turismo espacial.

Volando tan alto como Superman

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La idea de esta forma de viajar no es cosa de estos tiempos. En los 60 del siglo XX se hablaba de viajes particulares hacia otros puntos en el planeta y más lejos, con destinos a la Luna o Marte, considerando que para finales del siglo la exploración espacial pasaría a ser del dominio privado. Entonces, las agencias espaciales rusa y norteamericana eran las únicas existentes, en su carrera por dominar el espacio.

El primer astronauta no perteneciente a NASA sino a una empresa privada en volar fue Charles D. Walker en 1984, cuya empresa McDonnell Douglas pagó $40.000 para que viajara en una misión del transbordador espacial. Si bien era un particular, Walker era un profesional en aeronáutica. En 1985, para captar la atención ante la falta de interés en las misiones, NASA crea el programa “Participantes del Vuelo Espacial” para permitir a civiles ir al espacio.

Christa McAuliffe, la maestra que viajaría al espacio en la fallida misión del Challenger

La primera fase fue con el programa “Maestros en el Espacio”, donde se postularon más de 11.400 personas, ganando la maestra Christa McAuliffe. El plan era, luego del vuelo de la profesora, mandar en cada misión del transbordador espacial a dos o tres civiles; incluso se consideraron los programas “Artistas en el Espacio” y “Periodistas en el Espacio”. Pero la explosión del Challenger donde falleció la maestra McAuliffe, canceló todo plan de cualquier ente gubernamental alrededor del mundo de enviar civiles al espacio.

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Dennis Tito (a la izquierda), el primer turista espacial en 2001

Habrían de pasar 15 años para que una persona común y corriente se convirtiera en el primer turista espacial. Este honor recayó en el norteamericano Dennis Tito, quien pagó $20 millones por pasar 7 días entre abril y mayo de 2001 en la Estación Espacial Internacional, no sin antes pasar por un período de varios meses de entrenamiento en Baikonur, Rusia. Luego vinieron el sudafricano Mark Shuttleworth y el norteamericano Gregory Olsen, pero el desastre del transbordador Columbia en 2003 puso en espera todos los lanzamientos a la Estación Espacial. Dos años después se retomaron los vuelos, pero éstos se cancelaron en 2011 al finalizar el programa de transbordadores espaciales de NASA, si bien la única forma de viajar a la estación era mediante las cápsulas Soyuz.

Multimillonarios al mando

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La tripulación del New Shepard de Blue Origin, luego de su vuelo.

Y llegamos a las empresas de vuelo espacial lideradas por Elon Musk, Richard Branson y Jeff Bezos. Algo que tienen en común estas compañías, aparte de su capital privado, es que son presididas por 3 de las personas con el motor financiero suficiente para invertir en algo tan costoso como lo es la exploración del espacio.

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El viaje espacial de Richard Branson de hace días,

El dueño de los automóviles eléctricos Tesla no fue el primero en tener una empresa dedicada al vuelo espacial; ya Richard Branson había fundado Virgin Galactic en 2005; de momento está planeando su propio lanzamiento programado para septiembre, con la intención de alcanzar el espacio orbital; un viaje que implica despegues de alta velocidad que rompen la gravedad y duraciones más largas. La nave Crew Dragon de SpaceX alcanzaría una altitud de 540 kilómetros y orbitaría la Tierra cada 90 minutos en un viaje de 3 días. La diferencia es que Musk no ha anunciado sus intenciones de formar parte de la misión. Pero su visión va más allá, al proponer llevar civiles a circunvolar la Luna, además de enviar a dos personas a la Estación Espacial Internacional a comienzos de 2022 a bordo de uno de sus cohetes: el Dragon 2.

El cohete Dragon de la empresa Space X, propiedad de Elon Musk

En el caso de Virgin Galactic se busca llenar el vacío que dejó el Concorde en cuanto al vuelo supersónico, que se vio afectado tras su retiro del servicio comercial de aviones, pero además porque su autonomía le permitía realizar el vuelo trasatlántico entre América y Europa, pero no era viable el vuelo transpacífico. La capacidad de estas naves permitiría reducir en un tiempo considerable las distancias entre ciudades de diferentes continentes, haciendo posible viajar hasta el otro lado del mundo en cuestión de unas pocas horas.

La nave de Blue Origin, en Tierra

Por su parte, Blue Origin de Jeff Bezos ha anunciado que el costo –por el momento- de sus vuelos es de $2 millones por ticket, y que luego del exitoso vuelo del pasado 20 de julio se han abierto las plazas para todo aquel que tenga el presupuesto para hacer un vuelo suborbital de pocos minutos, donde la principal atracción es la sensación de ingravidez y las vistas del planeta desde lo alto.

¿Accesible para todos?

Una de las naves prototipo de Virgin Galactic

Ciertamente una de las cosas que han hecho al turismo espacial complicado para ser masificado es lo relativo al costo, ya que cada vuelo amerita no solo el factor tecnológico y aeronáutico involucrado, sino también elementos como la salud y la seguridad en el despegue y en el aterrizaje. Esto, para no contar las protestas de algunos grupos y organizaciones que han anunciado que el potencial exceso de estos vuelos puede causar daños en la atmósfera, agravando más el estado actual del cambio climático.

Sin embargo, son más las personas de a pie que desearían vivir la experiencia del turismo espacial. De acuerdo con una encuesta realizada hace algún tiempo vía Internet, más del 70% de los encuestados desearía pasar dos semanas o menos en el espacio; adicionalmente, el 88% desearía hacer una caminata espacial, junto con un 50% que pagaría el premium por la experiencia, además de un 21% que desearía estar en un hotel o estación espacial.

Aun es muy pronto para saber qué nos deparará el turismo espacial, pero algo es cierto: el camino al turismo espacial está más cerca y las estrellas serán más fáciles de alcanzar.

Vacaciones en el espacio. ¿Por qué no?

Frank Black
Ingeniero de Sistemas. Social Media Manager. Director e Instructor en Marketing Digital. Twittero. Tolkeniano. Beatle fan. Apple fan. Hedonista. Buscador de tendencias.
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