Seguimos pensando en la famosa frase de Wilde sobre la gente que sabe el precio de todo y el valor de nada y aquí exploramos otras implicaciones:
- El precio tiene escala, el valor no. Habitualmente podemos hablar del precio de un vino en dinero, no importa si son unos pocos dólares o cientos de miles. Pero, para bien o para mal, el valor de una botella puede eventualmente tener algún equivalente pero nunca una escala estandarizada que nos arroje un número.
- El precio puede ser impuesto externamente, el valor no. El verdadero valor de un vino no viene dado por análisis o fuerzas de mercado o la recomendación de un experto sino que en una dimensión casi podríamos decir que una determinada botella expresa tanto valor como personas diferentes hagan la apreciación. Esto conlleva a que el valor puede en ocasiones rayar en lo irracional.
- El precio es necesariamente producto de la interacción de varios factores, el valor podría ser expresión de la valoración de una sola persona. Costos, mercadeo de la región, comportamiento de los competidores, tipo de añada, por solo nombrar algunos suelen ser aspectos que se consideran para colocar el precio a un vino mientras que el real valor de una determinada botella puede necesitar de uno o pocos factores para expresarse.