Todo comienza con una buena idea, ese chispazo en la mente que es capaz de guiarnos para crear algo distinto, aquello que la gente espera y con la que emprendemos nuestra carrera al éxito, o al menos eso esperamos, pues alcanzar la meta no es tarea fácil.
Sin embargo, el hecho de que existan ciertos obstáculos, no quiere decir que sea imposible lograr los objetivos, es por ello que resulta muy interesante fijarnos en aquellos hombres y mujeres exitosos, a los cuales todos admiran, pero que no siempre tuvieron tanta suerte.
Las startup o empresas emergentes, son las responsables del crear e impulsar muchas de las innovaciones de las que hoy disfrutamos. Impulsados por sus ideas y muy poco dinero en el bolsillo, han logrado crear negocios prósperos, gracias a su determinación de continuar.
Si por ejemplo revisamos algunos de los nombres más celebres del mundo de las artes y la literatura, encontraremos varios casos de fracasos iniciales, pero que luego se ganaron la admiración de personas en todo el mundo.
El famoso pintor Vincent Van Gogh, desde sus 15 años hasta el día de su muerte, tan solo logró vender unas pocas de sus creaciones. Pero curiosamente fue luego de su partida física cuando la gente reconoció el valor de su obra, de hecho han sido de las mejores pagadas.
También está el caso del autor, Stephen King, quien desde adolescente intentó vender sus historias sin éxito. Decenas de editoriales lo rechazaban, hasta que su célebre titulo Carrie fue adquirido por una editorial, lo cual le permitió abrirse camino.
Pero conozcamos a profundidad, cuatro (4) ejemplos de innovadores tecnológicos que lograron cambiar sus vidas
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Sergey Brin y Larry Page
Ellos son nada más y nada menos que los creadores de Google, lo cuales comenzaron el desarrollo de su buscador como un proyecto universitario en el año 1996, pero al ver su potencial, los emprendedores se fijaron como meta vender su idea.
Lamentablemente nadie se interesó en comprar ese proyecto, pero la clave fue su persistencia, pues dos años más tarde fundaron su propia compañía. La startup de Brin y Page inició en un pequeño garaje desde donde comenzaron a edificar el gran imperio del que hoy son poseedores.
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Bill Gates
El primer proyecto de este emprendedor estadounidense surgió en la década de los setenta, el objetivo del software era el leer los datos crudos de contadores de tráfico, para generar informes útiles para los ingenieros de tráfico, el éxito para el momento fue limitado.
Sin embargo, sirvió para que ganara experiencia para su mayor logro, Microsoft en el año 1975, este decide dedicarse a su naciente compañía al punto de abandonar sus estudios en Harvard.
El resultado fue la consolidación de un gigante del sector tecnológico, siendo hoy en dia uno de los grandes líderes del rubro.
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Steve Jobs
En el año 1972 entró a la universidad, allí permaneció solo 6 meses, ya que no podía pagar sus estudios, pero no significó que renunciara a sus sueños, pues durante ese año empezó a construir un computador casero, con el cual dio nacimiento a la Apple Computer.
El crecimiento de Apple fue impresionante, en tan solo 10 años, logró convertirse en una empresa con 4.000 empleados que hizo al joven Jobs, de solo 27 años, el millonario más joven del año 1982.
Pese a que era su empresa, fue despedido de ella en 1985, pero este jamás dejó de emprender, se dedicó a la creación del estudio de animación Pixar y la empresa NeXT Computer Inc. que luego fue adquirida por la Apple.
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Brian Acton
Este es un programador estadounidense que en el 2009 fue rechazado para trabajar en Facebook y en Twitter. Esto lo llevó a ocupar su tiempo libre en un proyecto propio que desarrolló junto con su socio, se trató de la mundialmente afamada aplicación de teléfonos móviles WhatsApp.
Para finales del 2013, esta app ya contaba con 400 millones de usuarios en todo el planeta. Paradójicamente, para febrero del 2014, el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, la compra por un total de 19,000 millones de dólares.
Estos cuatro ejemplos muestran que es necesario afrontar las adversidades y persistir, buscando como mejorar nuestras ideas, a fin de que puedan ser atractivas para el consumo de un mercado cada vez más exigente, que no se conforma y busca lo mejor.
Por: Edith Gómez
