Amor es: un milagro cosmetológico por Marianella Salazar

Agradezco que este mes de febrero sea el más corto y más cargado de celebraciones del año. No es que haya desarrollado un gusto por las nuevas efemérides patrias, ¡No!, ¡por favor!, pienso que aquella rebelión popular conocida como el Caracazo, aquellos saqueos y la locura transmitida en vivo por los canales de televisión,  cuando  bajaron  de los cerros para unirse a todas las clases sociales y vaciaron  todos los establecimientos comerciales  hasta de chucherías, y nos dejaron los automercados sin un Pirulí para calmar la ansiedad de aquel momento irrepetible,  es que ni  siquiera dejaron ¡ni un brillito de labios! para hidratarlos cada vez que los mordíamos cuando la escena televisiva dejaba el alma en vilo.

Prefiero no acercar a la memoria el chispazo que incendió al país por los cuatro puntos cardinales, es como hacerlo con  la matanza de San Valentín, ocurrida un 14 de febrero, Día de los Enamorados, y rememorar  a un sindicato del crimen como el creado en Estados Unidos por Al Capone. Han pasado casi 90 años y el cine nos impide olvidar el sangriento episodio en un garaje de Chicago donde se acribillaron las bandas mafiosas. Francamente, hay que ser bien desalmados para escoger el día del santo mártir  Valentín -fan de las rosas y devoto de los besos-, para caerse a tiros.

No es un día para esgrimir armas, a menos que sean las flechas de Cupido,  que podrían causar palpitaciones en corazones con arritmias, aun así, aunque no se tenga pareja, hay que celebrarlo. Festejemos que el amor goza de buena salud, si bien han cambiado ciertas claves, como el vínculo, que ya no es para siempre, dicho en palabras del filósofo popular, José José, el príncipe de la canción: “El Amor Acaba”; y en segundo lugar, que  la relación se rompe definitivamente cuando la infelicidad se instala en el apartamento de una mujer con independencia económica. No es ninguna tragedia irreparable, mejor solas que mal acompañadas,  es simplemente un cambio que puede conducir a otra oportunidad más feliz.

Pueden estar seguras que ninguna se resignará y de nuevo seguirá en la búsqueda del amor. Eso es lo hermoso, sobretodo, ¡terapéutico!, ¿por qué?, porque cuando uno es feliz las tensiones importan un bledo y sobretodo se acaban los problemas en nuestro cutis: no hay más rímel chorreado, ni ojos tristes, ni párpados hinchados, y la piel vuelve a ser lozana, eso sí, repotenciada con las cremas, tratamientos antienvejecimientos y demás, a las cuales somos adictas. ¡Milagros cosmetológicos del amor!

«Cuando uno es feliz las tensiones importan un bledo», Marianella Salazar 

Marianella Salazar
Periodista venezolana. Productora Independiente. Locutora. Columnista del diario El Nacional.
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