Alaïa Eau de Parfum Blanche para la diosa de los tiempos modernos

Si el Eau de parfum nació de un recuerdo de infancia de Alaïa – «un cubo de agua fría lanzado contra un muro de cal viva» – y de la sensación de frescor que genera, el Eau de Parfum Blanche se inscribe en un nuevo episodio de la trayectoria del diseñador: su visita a la Alhambra de Granada.

Para Alaïa, el blanco es ante todo luz, arquitectura y rigor. Y al descubrir sus camisas de algodón blanco de corte impecable, uno se siente atraído por la técnica. Su sencillez y su elegancia no son fruto de la casualidad. Al igual que la luz blanca, esta camisa blanca se impone con la fuerza de la evidencia y una pureza extrema.

Con sus pantallas de piedra con motivos recortados que, como un velo, separan del mundo exterior, con sus placas de mármol delicadamente perforadas que tamizan los rayos del sol, con sus redes de rombos, sus claroscuros y sus lacerías, la Alhambra de Granada, joya de la arquitectura medieval española (Al Andalus), fascinó inmediatamente a Azzedine Alaïa. Por instinto, reconoció un parentesco flagrante con su propio mundo. Los motivos vegetales, caligráficos o geométricos, evocaron en él efectos de trama y de cadena que parecen jugar con la luz como un tejido vaporoso.

Basta con introducirse en el santuario del señor Alaïa y mirarlo trabajar con sus herramientas de precisión (reglas, escuadras, lápices, alfileres y dedal), o verlo girar indefinidamente alrededor de su modelo, trazar y volver a trazar las líneas, las curvas y las pinzas, para comprender que construye como un auténtico arquitecto. Porque al modisto hay que buscarlo en una arquitectura anclada en la historia, articulada en torno a las tecnologías contemporáneas más sofisticadas, en el corazón de París, en ese espacio industrial iluminado, como es de esperar, por una gran claraboya. Además, en la cocina del señor Alaïa, – ese espacio mítico donde se suceden los encuentros, la creación y los debates – , blancas son las flores, blancas son las sillas y blanca es la mesa.

Para el Eau de Parfum Blanche, fue el mismo equipo de creadores – Carla Sozzani, Marie Salamagne, Martin Szekely, Paolo Roversi – el que se movilizó en torno al modisto, siempre con la misma preocupación por el detalle y el rigor.

«En esta nueva aventura, – explica Marie, me incliné por una cualidad floral blanca y lechosa, un estilo más solar, añadiéndole un toque empolvado, así como la riqueza de la vainilla y una adicción almizclada, en una elaboración intemporal».

El nuevo frasco, totalmente transparente, está adornado con el perforado Alaïa grabado en el vidrio. Lo mismo sucede con el estuche de cartón blanco sobre el que el perforado Alaïa, en blanco sobre blanco, produce un objeto de extrema elegancia.

Entre el Eau de Parfum y el Eau de Parfum Blanche, hay una relación de absoluta complementariedad, un diálogo entre el negro y el blanco, entre el refinamiento sensual y un retorno a los orígenes. Si la mujer Alaïa se presenta como una diosa de los tiempos modernos, activa, dinámica y bella, también recurre permanentemente al Eau de parfum blanche creada para ella por el señor Alaïa porque, según una bella definición de Vassily Kandinsky que el modisto me confió una vez en secreto.

«El blanco actúa sobre nuestra alma como un silencio absoluto, como la nada, antes de todo comienzo»

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