La nueva colección Haute Couture de Stephane Rolland fue mostrada en Théâtre des Champs Elysées, ícono de la elegancia parisina y templo del Art Decó.
Como ya es costumbre, la musa del diseñador, la modelo española Nieves Álvarez inició el desfile el cual estuvo inspirado en los murales mitológicos de Antoine Bourdelle, en los cortes arquitectónicos, las ondas anchas y aireadas, unidos en el lienzo de pieles que caminaron frente a los invitados.
El creador ha vuelto a sus orígenes haciendo gala de lo que mejor sabe hacer, jugar con la arquitectura de tejidos y el patronaje a través de las deconstrucciones y formas geométricas.
Rolland apostó por los contrastes. Tanto en los colores, con el protagonismo casi absoluto del blanco y el negro, sólo roto por el amarillo intenso, alguna pincelada del naranja y el nude, como en los looks, que variaban desde pantalones holgados, vestidos plagados de pedrería, conjuntos de tops transparentes y faldas midi con aberturas, para acabar en los diseños más espectaculares de satén y tul adornados con flores bordadas.
Como detalle diferenciador, bordados de plumas y cristales decoran escotes y mangas.
Una gran parte de la propuesta de Stephane Rolland ha estado configurada por modelos que nos recuerdan a la indumentaria religiosa, con cofias y capas bicolores que se alargan hasta los pies. Tampoco faltan los adornos tridimensionales siempre con ese toque bohemio, extravagante y ecléctico que le caracterizan y que explotan la esencia femenina al máximo.
Todas las cabezas iban rematadas con sedosos pañuelos en versión lisa, estampada o con incrustaciones en 3D. La novia muy original con un mono que se sale del color blanco y lleva un escote de vértigo.