El último “Couturier” por Alejandro Sotelo

Su paso por la École Des Beaux-Arts le enseñó a manejar la forma, el volumen y la superficie, mientras que sus días en la sala de parto donde trabajó y se enamoró de las páginas de Vogue le enseñaron lo maravilloso y poderoso que puede llegar a ser el cuerpo de la mujer. Su gran premisa siempre fue “enfocarse en vestir un cuerpo y no en crear un vestido”.

El pasado sábado falleció Azzedina Alaïa uno de los diseñadores más importantes del siglo XX, quien en mi criterio es uno de los últimos verdaderos “Couturiers”, de esos que crean un vestido desde cero y se conectan de una forma singular con el textil y cada parte del proceso que da vida a una pieza de moda. Alaïa era conocido como el “escultor de la moda”, por su capacidad y dominio de técnicas que le permitían crear piezas tan exactas en su ajuste al cuerpo, que parecían esculpidas sobre la figura de la fémina que en ellas se enfundaba.

Nace un escultor de vestidos

Azzedine Alaïa nació en Túnez en 1940, su infancia estuvo marcada por la imagen de su abuela con quien pasó gran parte del tiempo, además de la partera del pueblo a quien ayudaba trayendo agua y toallas limpias. A los 16 años mintió sobre su edad para poder ingresar a estudiar escultura en la École des Beaux-Arts, pero Azzedine sabía que ese no sería su camino en el mundo, por eso decidió mudarse a Francia. En 1957 llega a París y comienza a trabajar en la casa Dior como “Tailleur” (sastre), pero a causa de la guerra con Argelia es despedido luego de tan solo 5 días por no tener todos sus documentos en regla. Esto le dio la oportunidad de trabajar durante dos temporadas con otro grande de la moda como lo fue Guy Laroche. Aunque es en realidad gracias a la Condesa de Blégiers, que Alaïa se abre a un mundo de clientes importantes que terminaban engañando a sus diseñadores de siempre con este joven tunecino.

Presentó su primera colección prêt-à-porter en 1980 y rápidamente maravilló al mundo de la moda con piezas muy ceñidas al cuerpo, que abrazaban la piel de la modelo y le generaban una nueva forma de movilidad. Le dio vida al “body” durante ésta década y volvió una tendencia textiles olvidados como la Lycra y la Viscosa, que pasaron a ser parte importante de la nueva silueta “bodycon” que se empezaba a desarrollar. Su capacidad de confección era tal que creaba sus vestidos sin patrón alguno, todo se realizaba sobre el cuerpo de alguna modelo que Azzedine mantenía residente en su taller para los fittings.

Para él lo más importante siempre fue resaltar la belleza de la mujer, desde sus inicios entendió que con sus diseños podía liberar una belleza escondida, disimulando las imperfecciones y resaltando las características positivas. Entendió la delgada línea entre lo sexy y lo vulgar, empoderando a la mujer al demostrar sus virtudes pero dejando a la imaginación lo suficiente como para inspirar el deseo de aquello que casi se puede poseer.

Alaïa en el negocio de la moda

Siempre se ocupó de que el centro de las miradas estuviese en sus vestidos y no él, era un personaje silencioso y enigmático pero con un gran corazón.

Su visión de la moda era muy particular, nunca presentó sus colecciones durante los calendarios establecidos para los Fashion Weeks, en cambio realizaba presentaciones privadas para un grupo muy selecto de editores, clientes y amigos, cuando él sentía que la colección estaba lista. Nunca fue amigo de la farándula, más bien trató siempre de pasar desapercibido y muestra de ello solía ser su vestimenta, mayormente en color negro y preferiblemente con chaquetas de cuello Mao.

La modalidad de negocio de Alaïa dentro del mundo de la moda fue única, nunca apoyó la creación de tantas colecciones al año a diferencia de aquellas casas que pertenecen a los grandes conglomerados de moda, su enfoque era crear buenas piezas que perduraran en el tiempo y que no murieran con la temporada o la tendencia. Su primer acercamiento al sistema convencional de la moda se dio en el año 2000 cuando el grupo Prada compró parte de la empresa, porcentaje que recuperó Azzedine en 2007, para firmar un acuerdo con el grupo de joyería de lujo Richmont, luego de esa unión se abrieron 2 tiendas y se desarrolló una fragancia como parte del proceso de expansión.

Alaïa la fragancia para la mujer perfecta

Alaïa es el nombre de la primera fragancia del diseñador, un jugo embotellado en un frasco de color negro estampado con el brocado de estilo étnico tan característico de la casa. Esta fragancia tomó varías años en desarrollarse, ya que Azzedine quería algo diferente, algo fresco pero que llevase el ADN de sus diseños. Es por eso que se inspiró en un recuerdo de su infancia, el aroma que exhalaban las blancas paredes de su casa en Túnez cuando su abuela rociaba agua para enfriar el ambiente. Y tan espectacular fue esta creación que recibió el premio al mejor perfume del año.

Definitivamente Azzedine Alaïa supo cómo cincelar su camino en la moda, creando obras de arte sobre los cuerpos de las mujeres más relevantes de su época. Su capacidad de entender la figura femenina y el deseo de las mujeres fue una de sus habilidades más importantes, que aumentó con aquello aprendido durante sus estudios de escultura y sus breves labores en Dior y Guy Laroche. Con la partida de Azzedine se apaga una de las últimas luces que iluminan aquello que en algún momento se conoció como “la mode” y que en la actualidad solo responde a la generación de capitales y no más al desarrollo del gusto y el estilo.

Por Alejandro Sotelo

Alejandro Sotelo
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