El Cardigan: una pieza feminista

Si bien es cierto que el mundo de la moda se encuentra en un continuo proceso de creación, crítica, muerte y resurrección; puede que nadie se atreva en la actualidad a discutir el lugar privilegiado que ocupa un Cardigan dentro del armario de la mujer de la modernidad.

Pero lo cierto es que, aunque ahora se encuentra en nuestro fondo de armario, el Cardigan tuvo que protagonizar una auténtica revolución en el mundo de la moda para ser lo que es hoy.

La historia del Cardigan solo se entiende de la mano de la imparable lucha de la mujer de darse a sí misma su rol en la sociedad. Así, nos remontamos a la sociedad colegial americana de principios del siglo XX, cuando la mujer joven decide renunciar al uso de la faja.

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Para historiadores de la moda y estudiosos de la sociedad del momento, la faja fungía como una prenda que se usaba para resaltar la figura de la mujer; pero no respondiendo al sentir propio de quien la usaba, sino atendiendo al deber impuesto por los cánones de belleza y feminidad acentuados en el inconsciente colectivo de la época.

Pero, abierta la vacante tras el desuso de la faja, ¿qué podría ocupar este lugar? El Cardigan llegaría para vestir e imponer una tendencia que respondía a la identidad de la mujer y su creencia sobre sí misma. Paradójicamente, el Cardigan se inspira en el atuendo popularizado de la Ivy League Student masculina, el cual presumía de sus rasgos un tanto desgarbados y de su irreverencia con la cual remarcaban su superioridad y su seguridad con respecto a otras casas de estudio.

Desde esta realidad, las chicas de la costa este no tardaron en adoptar este nuevo esquema. El Cardigan fue la punta de lanza, no solo para esta nueva manera de vestir, sino para representar lo femenino.

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Vale decir que la presencia del Cardigan tomó un rol dominante al mismo tiempo que una nueva prenda empezaba a protagonizar el guardarropa de la mujer: Los pantalones.

La combinación de ambos en el outfit de la mujer era para muchos un horror. Para los hombres, la fáctica desaparición de prendas que acentuaban la silueta de la mujer (y que por supuesto, estimulara un tanto la vista) resultaba más que odiosa; para las mujeres de otra generación y de pensamiento más conservador, era reprochable un nuevo esquema que “masculinizaba” y descuidaba el encanto y la gracia femenina.

Pero en realidad, aquí radicaba el éxito del Cardigan. No solo se estaba ante una manera de vestir mucho más cómoda; sino que además era un símbolo, era un contundente “no me importa” al imaginario antiguo que dictaba la imagen de la mujer.

Fue así como entonces para los años 60 (una década de grandes cambios en la sociedad global), el Cardigan volvía revitalizado a la palestra pública. Proclamada ya la libertad del cuerpo femenino, el Cardigan alcanzó la cima dentro de las tendencias en ciudades como París, cuando diseñadores como Kenzo y Chloe retomaron el concepto ya estandarizado en los años 40. Un clásico había nacido.

Ciertamente, el Cardigan no es ya un elemento disruptivo; por el contrario, los conseguimos en variedad de formas y tamaños. Pero la verdad es que este veterano de guerra aún tiene mucho que dar. Resulta una prenda indispensable ahora, cuando poco a poco el invierno nos llama en el hemisferio norte, así que, ¡no dejes de sentirte bella usándolo estas navidades!

Disfruta de manera cómoda y abrigada estas fiestas con tus seres queridos de la forma que solo un Cardigan te puede ofrecer.

Alexandra Hidalgo
Disfruto del orden que habita en el caos de ahí mi amor por la moda, la fotografía, los libros y mis peleas con lo absurdo.
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