Haute Couture París 2018 día dos por Gabriela Ramos Caldato

Chanel presentó en el Grand Palais un show poco ostentoso (algo diferente), inspirado en jardines franceses repletos de rosas de color rosa claro y pérgolas floreadas en el mismo tono. Una fuente fue el centro de la pasarela que lució una variedad del clásico Chanel Tweed, vestidos de chiffon, construcciones ovaladas en la presentación de los vestidos de noche, mini-vestidos metálicos y voluptuosos acabados en las colas de los atuendos que venían de tallo al cuerpo.

Interesante fue la presentación de combinaciones de bouclé en trajes de noche, con botas altas y curiosamente una especie de bouclé en pantaloncillos cortos. Manteniendo el tema sobre el poderío de la mujer, la novia, quien cerró el desfile, lucio un Tux de mujer acompañado por una capa falda, dejando claro quien ha de vestir los pantalones (en caso de que el mensaje pase por debajo de la mesa).

Aunque algunos críticos sugirieron que este show falló en innovar, lo que percibí fue un sentimiento joven, de progreso, algo que transciende las pasarelas y se siente en París. La ciudad desde que goza de nueva presidencia (Macron) se siente más joven, más progresista y mucho más grácil. Esto fue lo que Karl Lagerfeld transmitió, ligereza, felicidad, confort y progreso en un show que bien emula la primavera, el mensaje es justamente eso… primaveral, dulce y esperanzador.

La noche culminó con una grata sorpresa, el primer show de Haute Couture de Givenchy por Clare Waight Keller. Sin hacer mucho alarde en las redes sociales, ni presentando una forma demasiado elaborada, la diseñadora simplemente entregó un sumario llamado “Mystereis of a Garden at Night”, donde una extensa explicación narraba sus motivos de inspiración para esta colección. En resumen, quiso usar lo femenino como progresión gradual del poder femenino. Mantuvo una vibra moderna, a la vez que revivió la esencia del creador de la casa, Hubert de Givenchy en sus líneas características, e indudablemente nos recordó a Audrey Herpburn en sus diseños coquetos, femeninos y elegantes. Fue una colección pensada en la noche, en la elegancia del vestir para la noche. Si bien en la colección predominó el negro, se vieron colores, metálicos y combinaciones de degrades en plumas combinados con trajes de caída suelta color gris brillante. De mis favoritos la falda de arco iris acompañada por un cuello tortuga negro. Este atuendo simplemente flotó en la pasarela. Cortes triangulares y profundos resaltando ese “Audrey-Esque” que solo Hubert lograba; la colección causó furor, cautivó y fue ovacionada en su final, regresándole a una casa reconocida por su glamour y a una industria en duda, un sentimiento de esperanza y vanguardismo elegante que mucha falta le hacía.

Por Gabi Ramos Caldato

Gabi Ramos Caldato
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