Hay algo en los que todos los seguidores de las tendencias coinciden y es el placer de descubrir esos pequeños detalles que se volverán virales unos meses después de la aparición de las prescriptoras de moda luego de las semanas de la moda. Pero no todo el Street Style (por suerte) es igual, lo que nos amplia muchísimo el margen de combinaciones, pero entre todas las ciudades, la que más llama la atención es la de Copenhague y te vamos a explicar por qué.
Las calles se llenaron de vivacidad, desenfreno y muchas ganas de darlo todo en materia de estilo; las combinaciones audaces fueron la premisa para abrirle la puerta a las nuevas tendencias. Trajes impermeables, outfits color neón, mallas de ciclista, sandalias blandas y muchas ganas de pasarlo bien.
Alguna de las repeticiones que se pudieron apreciar eran los vientos huracanados con sonidos de Oops!… I Did It Again, pues los 2000 han decidido que les llegó el turno de ser alabados, detalles como las cadenas a la cintura, los tops bandeau y los polémicos pantalones de tiro bajo fueron algunas de las prendas que más destacaron.
Otro de los grandes atractivos de la jornada fueron los desfiles al aire libre, los asistentes se congregaron en los jardines de césped de la antigua casa de Arne Jacobs y en CopenHill, la pista de esquí artificial ubicada en lo alta de una planta energética ecológica.
Quienes acudían a los distintos pases optaron por elegir calzados cómodos que les permitieran andar en bici o caminar tranquilamente. Entre las diferentes propuestas vimos las chanclas de goma, zapatillas y sandalias deportivas; además de las llamativas Birkenstock y Crocs.
Aunque lo que realmente sorprendió a otros Street Stylers fue el desenfado del todo glamoroso del uso de los shorts de running, en sus versiones negras y de nailon se coronaron como un auténtico acierto al ser combinados con camisas oversize, blazer y zapatos de cuña para romper tanta deportividad.
Finalmente, llegamos al momento cumbre de la temporada fashion week de Copenhague, en el que las prescriptoras que quisieron sentirse sensuales e irreverentes lo consiguieron institucionalizando el uso de los sujetadores de los bikinis sin nada que los cubriera. Esta apuesta fresca desató el furor de muchas que no perdieron tiempo en combinarlas con blazer, cárdigan de crochet e incluso bolsos que daban la ilusión de ser los dos triángulos del traje de baño.