Escuchar mejor necesita ser tendencia

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Muchos creemos que sabemos escuchar. Pero nuestro día a día está lleno de discusiones y malos entendidos que surgen porque realmente no escuchamos tan bien.

Nos urge aprender a escuchar mejor y necesita ser una tendencia.

Se trata de un aspecto clave de la comunicación humana para el éxito profesional en todas las áreas de interacción con los clientes y es una condición vital para tener relaciones familiares más armónicas.

Recordemos las diferencias entre oir y escuchar

Oír se refiere al funcionamiento de uno de nuestros cinco sentidos. Pero escuchar tiene que ver con comprender, asimilar y recordar lo que oímos. En otras palabras, oír es inevitable, pero escuchar implica calidad de atención y concentración.

Por otro lado, para aprender a escuchar mejor nos conviene entender por qué los seres humanos escuchamos con tanta deficiencia.

Las razones son diversas y complejas. Pero para fines didácticos podemos clasificarlas en dos grupos:

  • Uno se relaciona con el por qué nuestro cerebro prefiere hablar a escuchar. 
  • El otro tiene que ver con lo que pasa en nuestra mente cuando escuchamos.

Nuestro cerebro favorece el hablar

Por un lado, al hablar de nosotros mismos activamos en nuestro cerebro ciertas áreas relacionadas con el placer y la seguridad.

Así mismo, hablar es el medio más importante para conseguir lo que necesitamos y nos proporciona la sensación de tener poder y control sobre el que escucha.

Además tenemos la creencia de que para agradar a los demás debemos hablar para demostrar que somos inteligentes e interesantes. Nos parece que mientras más hablemos, mejor. Pero es al revés.

Según el funcionamiento del cerebro de quien nos escucha, hablar demasiado nos perjudica porque el exceso se volverá atropello o egocentrismo más temprano que tarde.

Para agradar a una persona necesitamos hacerle sentir que ella es interesante. Escucharla con verdadera atención e interés reforzará su autoestima e identidad, mientras facilitamos que libere sus presiones internas. 

Los terapeutas saben bien que escuchar de manera activa tiene poderes curativos para el escuchado.

¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando escuchamos?

Comprender lo que ocurre en nuestro cerebro mientras escuchamos, también puede ayudarnos a mejorar:

Primero, nuestro cerebro puede procesar mucha más información que la que recibimos al escuchar. Es decir, cuando escuchamos, nuestra mente tiene mucho tiempo ocioso para divagar, distraerse o prejuzgar.

Esto significa que para escuchar mejor es indispensable mejorar la atención y la concentración en quien nos habla y en lo que nos dice.

Segundo, neurológicamente estamos diseñados para favorecer las conductas mecánicas inconscientes y rápidas. En consecuencia, prestar mejor atención y concentrarnos bien exige un esfuerzo consciente mayor.

Por ejemplo, si queremos escuchar mejor, la mayoría de las veces tendremos que decidir detener lo que estamos haciendo para poder atender mejor al otro.

Tercero, en la actualidad estamos bombardeados por innumerables distractores y el teléfono móvil encabeza la lista. En otras palabras, prestar verdadera atención en la actualidad implica un gran esfuerzo de concentración.

Y cuarto, si nuestra necesidad primaria en una conversación es tener la razón y defendernos, es muy difícil escuchar con objetividad. Solo escucharemos para rebatir y no para entender.

Podemos aprender a escuchar mejor

La buena noticia es que las habilidades necesarias para escuchar mejor se pueden aprender. Así lograremos tener comunicaciones más armónicas y productivas.

Estos 5 ejercicios te van a ayudar:

  1. Comienza por comprender que el reto no consiste en ser buen oyente, hacer silencio o no interrumpir. El objetivo de escuchar mejor es lograr comprender mejor a nuestro interlocutor, de manera que nuestros mensajes le lleguen más rápido y fácil.
  2. Comprender a nuestro interlocutor significa hacer lo más exigente desde el punto de vista neurológico: escucharlo sin juzgarlo, ni juzgar sus ideas. Nuestro reto es comprender su mensaje, sus necesidades, motivaciones e inquietudes. Si estamos o no de acuerdo, o si creemos o no lo que nos dicen, viene después.
  3. Si hacemos el esfuerzo de escuchar sin juzgar, con la real intención de comprender, podremos captar las emociones involucradas en lo que nos dice nuestro interlocutor. Los mensajes de esas emociones es lo más importante a reconocer y entender. Las palabras del mensaje vienen después.
    • Por cierto esto lo hacemos los padres, intuitivamente, cuando nuestros hijos comienzan a «hablarnos». Que no articulen palabras comprensibles no nos impide comprender sus emociones y lo que buscan  transmitirnos.
  4. Para mantener tu atención en lo que busca decir tu interlocutor, repite de vez en cuando lo que ha dicho, sin importar si estás de acuerdo o no. Eso le evidencia tu concentración en él y te permite confirmar lo que estás escuchando.
  5. Refleja los sentimientos que te está transmitiendo tu interlocutor. Si tienes una actitud neutral cuando te dice algo que le es muy importante, transmitirás desinterés. El vínculo con él y su confianza depende de tu empatía por lo que siente. No tiene sentido repetir lo que él dice si no está acompañado de interés.

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